El gran fracaso de la política
Georgina Higueras
Periodista
GEORGINA HIGUERAS
«La mejor victoria es vencer sin combatir», decía Sun Zi, el mayor estratega chino de todos los tiempos. Desde esa perspectiva, la intervención de Rusia en Siria supone una escalada en el conflicto, un mayor sufrimiento para la población y el evidente fracaso de la comunidad internacional, incapaz una vez más, de ponerse de acuerdo para frenar una guerra que ha causado 240.000 muertos en cuatro años, millones de refugiados y la mitad de los 24 millones de habitantes del país, desplazados.
Es vergonzoso que lo único que EEUU y Rusia han sido capaces de pactar en estos cuatro años sea el establecimiento de negociaciones para evitar un incidente entre sus fuerzas aéreas, mientras estas atacan, cada una por su parte, el territorio sirio. Lo que el país árabe necesita es una apuesta definitiva de todos los actores internacionales directa o indirectamente involucrados -desde Catar a Hizbolá- por hacer callar las armas.
Siria se ha convertido en el escenario de la descomposición de la política de EEUU en Oriente Próximo, de los intentos de Rusia por recuperar la influencia perdida y de la pugna entre Arabia Saudí e Irán por hacerse con el liderazgo musulmán. Todo ello reflejado en una multitud de fuerzas locales que pugnan por aumentar el grado de su salvajismo.
Demasiado caos para esperar que la intervención de Rusia pueda acarrear algo positivo. Putin, aislado y castigado por Occidente por adueñarse de Crimea, busca en Siria, junto con Irán e Irak, el reconocimiento de que Rusia sigue siendo un importante actor internacional.
MISILES Y HELICÓPTEROS
El líder del Kremlin ha dejado claro que ha acudido a Siria llamado por Bashar el Asad y que los misiles de sus aviones y helicópteros no solo se dirigirán contra el mal llamado Estado Islámico (EI) -como pretende Occidente, por ser la organización más letal-, sino también contra otros «grupos terroristas» que actúan en ese país.
La tozudez de Putin de exigir que El Asad gobierne la transición siria y la terquedad de Occidente en imponer su salida por considerarle un «genocida» -aunque antes de comenzar la guerra muchos le habían recibido con alfombra roja- sigue siendo la excusa para que ambos bloques se enroquen en esta guerra cuyas víctimas inocentes llaman a las puertas de una Europa incapaz de tener una sola voz y de hacerse oír.
La bienvenida del ministro de Exteriores alemán, Frank Walter Steinmeier, a una «mayor involucración militar de Rusia en la región» de Oriente Próximo es un claro síntoma del mal que aqueja a Europa: la carencia de una política exterior común e independiente de los intereses de EEUU.
Siria lo que necesita es política no más aviones bombardeando. La intervención de Rusia es más otro ejemplo del fracaso de la política.
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