El inicio de la actividad escolar

Curso 2015-16, ¿la salida del túnel?

Esta temporada existe la oportunidad de acabar con los disparates que propone la LOMCE

XAVIER OLIVELLA

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Llega septiembre y comienza un nuevo curso escolar. Muchos niños y niñas están deseando reencontrarse con sus compañeros y también, aunque dé pereza, volver a la actividad escolar. Muchos padres y madres -que ya han vuelto al trabajo- ya tienen ganas de que sus hijos vuelvan a clase y de que la familia recupere cierta normalidad en horarios y actividades.

Pero este nuevo curso puede ser algo distinto al de los últimos años. Así lo vemos desde la Fapac, la federación más representativa de las ampas de Catalunya. El ministro Wert ha huido a Europa y el frente contra la LOMCE se ha ampliado con los gobiernos autonómicos surgidos de las elecciones del pasado mes de mayo. Además, todo indica que los próximos meses pueden suponer el inicio de la salida del túnel del tiempo en el que nos ha metido la nefasta política del ministro Wert y los recortes llevados a cabo por el Departament d'Ensenyament.

Dicho esto, en Catalunya siguen existiendo muchas amenazas que dificultan un modelo educativo de éxito para todos. En primer lugar, más allá de la LOMCE y del debate sobre el modelo educativo en Catalunya, la Fapac continúa muy preocupada por la pobreza infantil. Durante estas vacaciones escolares las ayudas para comer han pasado a ser gestionadas por ayuntamientos, consejos comarcales y también un poco por el Departament de Benestar i Família. Aún estamos lejos de dar una verdadera respuesta a los datos que nos transmite el Idescat: el 29% de la población menor de 16 años está en riesgo de pobreza y, por lo tanto, no tiene asegurada una alimentación como es debido. Aunque se han hecho algunos esfuerzos, especialmente desde los ayuntamientos, todavía quedan muchos niños y niñas por atender.

En la situación actual, para muchas familias en el umbral de la pobreza el regreso de sus hijos a las aulas puede suponer un auténtico alivio, porque significa que podrán acceder a una buena comida al menos una vez al día, en la escuela. Tras seis años de crisis, no hay excusas para que Ensenyament no haya planificado cómo conseguir que ningún niño o niña pase el curso mal nutrido por falta de beca de comedor.

En segundo lugar, siguen los recortes, que afectan mucho al día a día de los centros educativos. No queremos hacer un discurso fácil afirmando que cuando cesen los recortes los recursos caerán del cielo, pero se ha podido -y se puede- hacer algo más. No se ha explicado suficientemente por qué se ha recortado aquí y no allí. Se ha recortado la sexta hora en los centros públicos pero no en los concertados. Se ha aprovechado la crisis para decir que «se había gastado demasiado», cuando según todos los indicadores nuestra inversión en educación está muy por debajo de la media europea. También para asustar a la gente con el colapso de los servicios públicos y argumentar que la solución es el retorno a la privatización de la sanidad y la educación, con todo el retroceso social que esto significa… Pero, finalmente, lo que ha acabado sucediendo es que la crisis se ha agravado tanto que ha sido necesario arremangarse para evitar una revuelta social ante los intolerables índices de pobreza que hemos alcanzado.

En cuanto a la actividad escolar, creemos que este curso tenemos la oportunidad de salir del túnel de la antieducación, de la segregación prematura de alumnado, de los intentos de segregación lingüística en escuelas e institutos y del resto de disparates que propone la LOMCE. Tenemos una primera señal: el nuevo ministro, Íñigo Méndez de Vigo, se ha visto obligado a anunciar, el 14 de agosto, el retraso de un año en la aplicación de algunos de los aspectos más negativos de la LOMCE: las reválidas de cuarto de ESO y segundo de bachillerato. A los esfuerzos de la Fapac en la lucha contra esta ley, junto a muchas otras entidades (pensemos en la victoria de los maestros en Baleares contra el decreto del tratamiento integrado de lenguas, el TIL), se añaden ahora los nuevos gobiernos autonómicos.

Tenemos motivos para el optimismo, porque el gran objetivo del PP era llegar a las elecciones generales con la ley totalmente desplegada, y eso no podrá ser. Parece que se repetirá lo que pasó con la anterior LOMCE (la LOCE de la ministra Pilar del Castillo en el 2002): cuando tenían una cómoda mayoría absoluta hicieron una ley educativa de partido, y cuando se terminó esta mayoría se derogó la ley. Por lo tanto, estamos muy cerca de la derogación de la LOMCE. Esperamos que se lleve a cabo el compromiso que en el 2013 firmaron todos los diputados de la oposición (excepto UPD, claro): derogación inmediata de la LOMCE cuando el PP pierda la mayoría absoluta. En la Fapac ya estamos trabajando con este escenario.