Análisis
Sobra retórica y faltan ideas
Está por ver que los Presupuestos que se apliquen realmente en el 2016 vayan a ser estos
Ramon Xifré
Profesor de ESCI-UPF e investigador de IESE
RAMON XIFRÉ
El Gobierno ha optado por empezar la campaña electoral iniciando el ciclo que representa la elaboración, presentación y aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. Naturalmente, esta operación garantiza la cobertura mediática de lo que el ministro considere oportuno declarar para presentar los Presupuestos. De hecho, como el Gobierno goza de mayoría absoluta no necesita defender, justificar ni mucho menos negociar las cuentas. Se aprobará lo que ha salido del ministerio, con mínimos retoques. Otra cosa es que estos vayan a ser los Presupuestos efectivos para el 2016.
El primer obstáculo para que estas proyecciones se materialicen es político. Todo apunta a que el PP perderá la mayoría absoluta en las próximas elecciones generales y quedará un Parlamento más fragmentado, y poca cosa más se puede saber ahora. Sea como sea, las formaciones políticas que contribuyan a la gobernabilidad en el 2016 querrán marcar perfil. Y dado lo superficial de la política -algo que solo es comprensible si aceptamos que los ciudadanos en general también pecamos en parte de este defecto-, esas formaciones exigirán su enmienda a los Presupuestos. Enmienda que, naturalmente, también tendrá su ciclo de elaboración (más o menos participativa), presentación público-mediática y aprobación.
Seguramente preparándose para esta feria de declaraciones, el ministro Montoro ha presentado estos Presupuestos declarando que el Gobierno ha evitado el rescate de España y lo ha contrapuesto a los desastres que podrían provocar ciertas «utopías irrealizables». Habría mucho que responder, empezando por el hecho de que una parte del sector financiero español ha sido rescatado mediante un acuerdo escrito (MoU). En segundo lugar, como diría el sabio, no hay que temer lo que es irrealizable, porque no puede suceder. Y en tercer lugar, hoy vemos como están en vigor medidas que hace cinco o diez años parecían irrealizables (como el cambio de la posición del BCE y la creación de un fondo de rescate europeo).
El segundo obstáculo, de naturaleza más objetiva, es de contenido económico. Por citar solo dos aspectos: los últimos Presupuestos sistemáticamente han sobreestimado los ingresos, y aparece con claridad que el déficit de la Seguridad Social se acelera. Estas observaciones son de un interés particular, porque, según el Gobierno, esta legislatura se han aprobado «reformas estructurales» en los dos ámbitos. Contamos con un nuevo sistema de cálculo de las pensiones y con un nuevo sistema fiscal, recién estrenados ambos y destinados a perdurar, que parece que empiezan a hacer agua y que requerirán reformas de calado. La lástima es que algunos de nuestros políticos -esperemos que no todos-están más ocupados en producir retórica electoral que en iniciar trabajos serios que conduzcan a ideas sensatas que se puedan discutir entre todos.
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