Al contrataque

No somos tontos

Necesitamos el cambio de pensamiento único y abrir horizontes que nadie se ha atrevido a pisar

SANDRA BARNEDA

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Cuando la magia reaparece en la escena del poder, siempre me viene a la cabeza el mítico I have a dreamde Martin Luther King y, si él mismo levantara la cabeza, no sé si vería el mundo como el paraíso soñado. Impensable era hace años ver ondear las banderas americana y cubana juntas de nuevo. Impensable creer en la posible disolución de un pueblo oprimido y que vea cierta luz sin sentir la ceguera después de tanta oscuridad. Queda mucho por hacer...

Ese sueño parecía una utopía más, una parábola como otras de tantas que los políticos suelen emplear en sus mítines edulcorados o repletos de promesas escarchadas. Ciertamente de sueños y promesas viven los seres humanos y los políticos se alimentan o aprovechan de ello. Ellos mismos tienen sueños; algunos más sobre el poder que sobre la buena gestión de lo colectivo.

Estos días de calor intenso y esprint final para las vacaciones de agosto, los partidos aprovechan para marcar la línea o palabras que protagonizarán la campaña de las próximas generales. En las municipales la apuesta del PP fue concentrarse en la palabra recuperación y todas sus connotaciones pasivas o activas de, aunque el pueblo no lo note, ya vamos hacia arriba. Ahora parece sumarse a la carrera de la necesidad de ocuparse de las desigualdades. La desigualdad se ha convertido en la palabra mágica y todos quieren convertirse en el adalid de esa lucha y, por ello, esta semana los socialistas han presentado la renta mínima, bautizada por ellos como «ingreso mínimo vital» para marcar distancias con Podemos. Los populares, acusando al PSOE de plagio, se han decidido al fin a lanzar discursos de calle y de una bolsa de 2.000 millones para la agenda social. Incluso Artur Mas con la lista única de Junts pel sí para la independencia se ha unido también al órdago de ocuparse de la desigualdad para indecisos y nacionalistas moderados.

El sueño y la realidad

Si gana la lista única por mayoría absoluta, al fin se podrá alcanzar un acuerdo contra la pobreza y terminar con las altas tasas de paro y deuda de Catalunya. Mas ha decidido vivir del sueño y no despertar a la cruda realidad de un Gobierno central decidido a infravalorar el sentimiento de un pueblo. Los sueños de los políticos pueden llegar a convertirse en pesadillas y estafar a un pueblo.

Necesitamos el cambio de pensamiento único y abrir horizontes que nadie se ha atrevido a pisar, pero que tan necesarios para el futuro próximo. Ni los que rozan la extrema pobreza pueden convertirse en invisibles ni tampoco aquellos que gozan de un sentimiento separatista. La cuerda está tan tensa que puede terminar por romperse porque todos se empeñan en seguir con su fábula sin mirar a tierra y comprobar que para eslóganes el pueblo maneja hace años ese de Yo no soy tonto.