Los retos del sistema asistencial

La atención a la dependencia

El envejecimiento de la población obliga a afrontar un cambio social y demográfico de primer orden

RAFAEL RUIZ DE GAUNA

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Según el Idescat, en el año 2051 el 30% de la población catalana tendrá más de 65 años. Ahora este porcentaje es de un 17,4%. Por lo tanto, es necesario que hombres y mujeres, familias, sociedad y poderes públicos nos preparamos para abordar este cambio social y demográfico de primer orden, que afectará, sin duda, a la economía, la salud, los servicios y la convivencia. Y más teniendo en cuenta los cambios en las estructuras familiares, en las que la mujer ya no se ocupará únicamente de cuidar a hijos y personas dependientes.

Un primer reto de esta nueva situación, que se configura gradualmente, está vinculado a la sostenibilidad del sistema de pensiones y a la financiación de los servicios necesarios para atender a las personas en condiciones, tanto en equipamientos especializados o como en el propio domicilio. El actual modelo voluntarioso se ha evidenciado como insuficiente, burocratizado e infradotado económicamente. Aunque tenemos cierto margen de mejora, desde el punto de vista de la eficiencia y la eficacia. El sistema fiscal del Estado está considerablemente por debajo de otros países europeos, así que podría tener posibilidades de crecimiento para dotar de recursos a esta demanda ciudadana.

Por otra parte, hay una creciente opción de muchas personas para envejecer en casa, y por tanto, escoger la atención que necesitan, en un entorno cercano, para poder contar, si es posible, con la propia capacitación personal o del entorno familiar -los cuidadores no profesionales- que pueden ofrecer el afecto necesario. Ahora bien, hay que hallar el equilibrio entre la calidad del cuidado y la capacidad de elegir, y cómo avanzar en la atención centrada en la persona.

Concentración de servicios

Desde el punto de vista público, habrá que determinar y concentrar los servicios de forma que sean sostenibles y abordar la relación entre el sistema de salud y el social. El objetivo sería que el 'curar médico' y el 'cuidar social' resulten claramente complementarios en beneficio de las personas cuando se producen situaciones de cronicidad, rompiendo seguramente la estructura demasiado compartimentada de los departamentos de la Generalitat que existe en la actualidad.

En este sentido, habrá probablemente que ajustar las hospitalizaciones y potenciar otros servicios residenciales o sociosanitarios que permitan una buena atención. Y promover al máximo la autonomía de las personas, como impulsa el Programa de Paciente Experto, así como la contribución de la propia sociedad a través de las asociaciones específicas de enfermos que defienden los derechos de los colectivos y contribuyen a ofrecer una mejor calidad de vida. Esta mirada más global -entre persona, familia, comunidad y administración pública- se deberá articular en territorios concretos donde se pongan en valor los recursos existentes. Por lo tanto, seguramente iremos hacia modelos diversos, en función de ubicaciones y personas, pese a garantizar unos determinados derechos que habrá que consensuar de nuevo.

El desarrollo tecnológico irá creciendo de manera exponencial, bien sea en las ayudas técnicas de apoyo a la vida diaria, tales como grúas, andadores, o camas, por citar algunos ejemplos, hasta la aplicación de las tecnologías de la comunicación que permiten la diagnosis remota, el ocio o simplemente el ejercicio de habilidades cognitivas. Además, en muchos casos, pueden contribuir a hacer más eficiente el sistema y aportar mejor atención.

Sistemas sólidos de formación

En aquellos servicios donde los profesionales o familiares que atienden a las personas son claramente el elemento clave de la calidad, como es el sistema de dependencia, hay que abordar sistemas sólidos de formación, de reconocimiento y de remuneración, especialmente en el campo social. Hay que potenciar mecanismos nuevos de capacitación, como la formación dual en el caso de los ciclos formativos de grado medio o de los certificados de profesionalidad propios, que permitan un aprendizaje real y que desarrollen competencias técnicas aplicadas, pero también actitudinales y emocionales y que promuevan el compromiso con las personas vulnerables, en un marco que cada vez requerirá de mayor cualificación. Y en el caso de los familiares, grupos de ayuda mutua para compartir vivencias, estrategias y recursos, así como webs u otros dispositivos de asesoramiento para atender la evolución de las necesidades tanto del cuidador como del enfermo.

Por lo tanto, la atención a personas en situación de dependencia es ya un sector imprescindible, con grandes perspectivas de crecimiento y de generar empleo. Ahora bien, es preciso hacerlo de manera eficiente, sostenible, con calidez y calidad bien reconocida.