La sostenibilidad del planeta

Las reservas de la biosfera

La gestión y protección de la biodiversidad precisa instrumentos legales que velen por su pervivencia

MARTÍ BOADA

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La biodiversidad contenida en un territorio ha devenido no solo un mundo de curiosidades naturales, sino una expresión de su estado de salud ambiental. Su protección y gestión necesita de instrumentos legales que velen por su pervivencia. Una herramienta de carácter universal para este alcance son las reservas de la biosfera que, sin obviar las figuras de protección a escala local y regional, amplían la perspectiva de la conservación.

Las reservas de la biosfera, que están coordinadas a partir del Programa MaB (Man and Biosphere) de la Unesco, son áreas representativas de los territorios y paisajes de la Tierra, de ambientes terrestres, costeros y marinos. Tienen como principal objetivo conciliar la conservación de la naturaleza y el desarrollo socioeconómico.

Cuentan las reservas de la biosfera con una superficie suficiente para poder cumplir con las funciones básicas y de contener las áreas de zonificación requeridas. A menudo sus límites coinciden y pueden tener de base logística una figura de protección, como un parque natural. En Catalunya, tenemos un ejemplo notorio: es el caso del parque natural y reserva de la biosfera del Montseny.

Intercambio de información

Las reservas de la biosfera forman una red mundial que facilita el intercambio de información en relación con la gestión y la conservación de los recursos naturales. Desde sus orígenes, en 1976, la red mundial ha ido ampliándose hasta las 631que existen en la actualidad en un total de 119 países. Dado el elevado número de reservas existentes a nivel mundial, se han creado redes más reducidas: EuroMaB (países de Europa y América del Norte), IberoMaB (Latinoamérica, España y Portugal), AfriMaB (países africanos), EABRN (países de Asia Oriental) y ArabMaB (países de Oriente Medio de habla árabe).

En esta línea, recientemente se ha aprobado por la asamblea general de la Unesco, el Centro Unesco para las Reservas de la Biosfera Mediterráneas, ubicado en el castillo de Castellet i la Gornal (Barcelona), sede de la Fundación Abertis, cuyo objetivo es devenir el centro de encuentro de las reservas de la biosfera de la región mediterránea. Su finalidad principal es la creación de la red de reservas de la zona, que permitirá establecer relaciones entre las de ambas orillas del Mediterráneo; así como fortalecer la investigación sobre las grandes temáticas ambientales actuales en dicha región.

Las reservas de la biosfera tienen el objetivo de desarrollar las funciones de conservación, apoyo logístico y desarrollo. Estas tres funciones son complementarias e interdependientes. Así, la conservación está orientada a preservar la biodiversidad y sus ecosistemas. El desarrollo debe fomentar un modelo social y económico sostenible que permita la coexistencia de los valores naturales y culturales. Y en relación con el apoyo logístico, las propias reservas de la biosfera representan un espacio único para la investigación científica y son ellas mismas un recurso educativo para el desarrollo de actividades educativas y pedagógicas.

Tres zonas interdependientes

Para el cumplimiento de estas funciones, las reservas de la biosfera se organizan en tres zonas interdependientes. Las zonas núcleo comprenden, en primer lugar, áreas de ecosistemas muy poco alterados y con un nivel de protección a largo plazo coincidente con un espacio natural protegido preexistente. Las actividades en las zonas núcleo deben resultar compatibles con la conservación de la biodiversidad.

Las zonas tampón, mientras, circundan la zona núcleo y permiten un abanico más amplio de actividades, compatibles con la conservación de la zona núcleo como es la investigación experimental y las actividades educativas, de turismo o de ocio. Y por último, las zonas de transición constituyen la parte externa de la reserva de la biosfera, donde se concentran los asentamientos y la mayor parte de las actividades humanas.

Las poblaciones locales son una parte esencial de las reservas de la biosfera no solo por su conocimiento, sino también porque de ellas depende la conservación de los recursos naturales. Por tanto, implicar a la sociedad en los procesos de gestión y de toma de decisiones resulta imprescindible para asegurar el futuro de la propia reserva. Dicho modelo participativo, aspira a constituir un referente donde emerjan experiencias y modelos de sostenibilidad social, económica y ambiental efectiva.