Pequeño observatorio
La crueldad es una triste enfermedad
Quien comete actos de `bullying¿ es muy probable que no esté satisfecho de sí mismo
Josep Maria Espinàs
Periodista y escritor
JOSEP MARIA ESPINÀS
El titular que Manuel Vilaseró puso a su reportaje –presentado en este diario a página entera– impresionaba por el grosor del negro de las letras. Correspondía perfectamente a la negrura del tema: el bullying . Esta palabra inglesa no era conocida hace unos cuantos años en nuestra sociedad. Ahora ya ha arraigado, o al menos aparece de vez en cuando en los medios de comunicación y también en el ámbito de la enseñanza. Ejercer o sufrir bullying hace referencia a la intimidación, a las amenazas, a la perversa tendencia a tiranizar a algún alumno por parte de algunos compañeros de clase.
Explica el periodista que una chica de 16 años con discapacidad se suicidó porque ya no podía resistir más el acoso ofensivo. Y lo más Increíble es que este maltrato era conocido por los profesores y la dirección del instituto.
La adolescencia es una etapa importantísima en la evolución de una persona. Creo que en esos años se forma un carácter y se consolida una forma de ser y de estar en sociedad. También es la etapa de la vida en la que padres y maestros deben estar más atentos a la manera de relacionarse de los adolescentes. Y si hay pruebas, como ocurre en este caso, de unas actitudes agresivas, la intervención debe ser inmediata.
¿No hay una inspección escolar? ¿Por qué en algunos casos se pasa por alto el control de las correctas relaciones entre los alumnos? No se trata solo de formación escolar sino también de educación socializadora. ¿Es tan difícil decir, con autoridad, «no lo hagas más»?
Cuando yo era un alumno adolescente no vi nunca, en la escuela, ningún tipo de violencia, ni de marginación, ni de burla. El respeto a las diferencias solo permitía alguna broma inofensiva. Tuve la suerte de que a lo largo de los años de estudio en los escolapios la solidaridad –¡y éramos 60 chicos en el aula!– fuese absoluta.
La crueldad es pasarlo bien haciendo sufrir a alguien. Probablemente es la consecuencia de no estar suficientemente satisfecho de uno mismo.
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