El aborto de menores no es una tontería

MÒNICA ALMIÑANA

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“Bueno, ahora modificarán lo de las menores, pero eso es una tontería para contentar a la Iglesia” Esta frase la he escuchado en más de una ocasión desde que el Partido Popular anunció que presentaba una modificación de la ley de interrupción del embarazo en el Congreso.

Vaya por delante que no es una tontería, es una modificación importante, porque afectará a las mujeres más vulnerables. ¿Quiénes son las mujeres más vulnerables? Son mujeres jóvenes de 16 y 17 años, con pocos recursos emocionales, pocos recursos económicos y que viven en entornos muy complicados.

Pero vayamos por partes, ¿por qué pocos recursos emocionales? Porque en la adolescencia, o la juventud temprana, no tienen suficientes herramientas para poder gestionar solas un embarazo no deseado, pero se da la paradoja de que ellas no lo saben porque son adolescentes, y a esa edad la percepción del riesgo es distinta.

Las que tengan medios podrán, aún sin comunicarlo a sus progenitores y solas por propia voluntad, realizar al interrupción del embarazo fuera de nuestro país. Y solo aquellas mujeres que no tengan recursos económicos estarán en una situación de riesgo, sin cobertura legal ni una atención médica adecuada. Las menores que tiene entornos estables no entrarían en esta consideración porque siempre van acompañadas de uno de sus progenitores a realizar a un aborto. Pero hay otras mujeres menores que están bajo la tutoría del Estado, o que han sufrido una violación intrafamiliar, o simplemente tienen unos padres que no ejercen como tales. Son casos de lo que se denomina familia desestructurada (drogas, cárcel…) Esas son, precisamente, las menores que suelen acudir solas a abortar. Esas son precisamente las que protege la ley actual.

En esta situación, que nos puede parecer lejana, hay aproximadamente unas 400 mujeres al año en nuestro país.

Estas mujeres se merecen lo mismo que cualquier mujer: poder abortar sin poner en peligro su vida, y digo esto porque estas chicas lo primero que harán, después de llorar, será consultar en internet cómo abortar. Y lo encontrarán, porque hay medicamentos que, tomados vía oral, interrumpen el embarazo. Y aunque necesitan la supervisión de profesionales, todos sabemos que ellas comprarán las pastillas sin garantías, sin saber si son falsas y seguramente a un precio demasiado alto. Estas pastillas tienen un índice de fallos entre un 5% y un 9%, con lo que el embarazo seguirá adelante. Y entonces ¿qué? A continuación acudirán a una clínica clandestina en un estado de gestación más avanzado y poniendo en peligro su vida.

Otras simplemente no lo sabrán afrontar y, sinceramente, no sé que solución encontrarán a un embarazo no deseado en un entorno desestructurado, ¿tener el hijo y criarlo? A mi parecer no es la mejor opción para alguien que no desea hacerlo. Y menos, cuando el Partido Popular alega inmadurez de la menor para tomar la decisión de interrumpir un embarazo, de lo que se deduce que tampoco es madura para afrontar la crianza y la educación.

Seguramente alguna decida o intente acabar con su vida. Lo que si sé es que todas ellas sufrirán miedo, angustia y dolor…

En cualquier caso, con que se produzca una sola muerte -ya sea por complicaciones o por suicidio- de una mujer de 16 o 17 años a la que no le hemos dado la oportunidad de decidir sobre su maternidad, dejara de ser una tontería ¿no les parece?