Pequeño observatorio

Marzo y el dios de la guerra

El objetivo preferente de los grupos armados ya no es la victoria sino la violencia de la matanza

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Me tocó nacer en el más de marzo. El nombre de este mes está vinculado a Marte, venerado en tiempos remotos como el dios de la guerra. Y si no me equivoco fue objeto de culto en Roma y quién sabe si para esta identificación con la guerra los romanos lo situaron como primer mes del año. Y lo fue hasta que comparecieron enero y febrero, que le pasaron por delante. Prescindiendo de etimologías, me permito decir que la modificación me parece perfecta, porque me gusta asociar enero a generar, generación, inicio de una vida.

En cualquier caso, es un hecho indiscutible que nos encontramos en el mes de marzo y no se genera la paz en amplias zonas del mundo. Marte no ha dejado de ser el dios de la guerra y está en plena actividad en una buena parte del mundo. Pero ya no se trata, como era en tiempos de la cultura clásica, de una guerra digamos reglamentaria. A los diversos territorios de Oriente Próximo hay, más que una guerra clásica -con unos bandos perfectamente definidos y enfrentados- unos enfrentamientos irregulares, terriblemente bárbaros. Los autores clásicos escribieron textos sobre el arte de la guerra. (Dicho sea de paso: de la palabra arte se ha abusado muchísimo).

En vez de arte, ¿podríamos hablar de una técnica de destrucción? Es cierto que hoy se dispone de unas armas de una técnica poderosa, pero no se usan para derrotar sino para aniquilar. Objetivo: la matanza. Ya no están los tradicionales cuerpos de ejército sino grupos armados, y el objetivo primero no es la estrategia de la victoria, sino la violencia de la matanza.

Para terminar quiero citar la opinión de dos famosos. Ortega y Gasset: «La guerra fatiga, pero no extenúa; es una función natural del organismo humano, que ya está preparado». Pensando en las víctimas, no sé si es cinismo o frivolidad. Y Churchill avisó lúcidamente hace ya más de un siglo: «Las guerras de los pueblos serán más terribles que las guerras de los reyes».