Cambios en el urbanismo barcelonés

La reforma de la Diagonal

La ampliación de las aceras de la arteria, que debería haber sido aún mayor, significa un gran avance

JOSEP OLIVA CASAS

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La reforma de la Diagonal es una excelente obra que mejorará la calidad urbana de Barcelona. Hace tiempo que creía en la necesidad de transformar la situación anterior, por dos motivos. En primer lugar, por un doble mal planteamiento de la sección en un tramo tan importante de la avenida. Me refiero a separar dos funciones urbanas como son la zona de paseo y la comercial, porque lo más eficaz es juntarlas, es decir, concentrarlas en una misma acera más ancha que sirva para que unos peatones pasen pegados a las fachadas para mirar los escaparates o comprar y otros paseen tranquilamente por la acera restante. Así, la vida urbana se hace más evidente al sumar ambos tipos de peatones. Tenemos el ejemplo bien cercano del paseo de Gràcia. Además, la acera era increíblemente estrecha, dado que la Diagonal es una vía privilegiada de la ciudad.

Bien, hay que añadir que las reglas generales están sometidas a excepciones que confirman el planteamiento general. Por ejemplo, la Rambla de Catalunya tiene un paseo central, y por lo tanto separado de las dos aceras laterales, pero hay que tener en cuenta la proximidad del paseo de Gràcia. Y es que estas dos vías urbanas, afortunadamente, son complementarias y conforman una espléndida dualidad que se enriquece mutuamente. Probablemente se trata de un conjunto urbano de tanta excelencia que no tiene comparación con la mayoría de ciudades a lo largo del mundo.

En segundo lugar, desde hace algunos años estos paseos quedaron totalmente obsoletos al haber carril bici y aparcamiento de motos. En resumen, resultaban francamente intransitables para los peatones. Todavía queda un tercer motivo que justifica la revisión a fondo de la situación anterior, y me refiero a la conveniencia de recuperar en la ciudad el antiguo protagonismo del peatón e ir frenando, paulatinamente, la excesiva presencia del coche privado en el espacio público. A raíz de la lenta e imparable masificación del vehículo a motor se ha llegado a un punto que lo ha convertido en el amo y señor de calles y plazas, no solamente circulando sino también aparcado. Ha invadido y ha utilizado un espacio que es de todos. ¿Somos conscientes de que es el único objeto de propiedad privada que se guarda ocupando una buena parte del terreno público? Tampoco se trata de menospreciar el coche, pero sí de implementar una serie de medidas que, hasta cierto punto, ayuden a rebajar la presencia de tantos vehículos en la ciudad. No olvidemos que han deteriorado considerablemente el ambiente urbano, lo que supone rebajar la calidad de vida.

Poco tiempo después de terminadas las obras, es probable que este tramo de avenida vaya ganando potencia urbana y se vayan instalando en él cafés y restaurantes, con las correspondientes terrazas para los clientes. Es más, me atrevo a augurar que más adelante incluso resulte insuficiente la amplitud de la acera a causa de la atracción que ejercerá en los ciudadanos. Lamentablemente, en la actualidad era muy difícil diseñarla más ancha de los 7-8 metros de esta reforma, cuando sería más pertinente y ambicioso poder llegar a los 10-15 metros. Y es que la Diagonal tiene una anchura de 50 metros y un tráfico muy intenso al ser una vía de entrada y salida de la ciudad. Ahora necesitaría alcanzar los 60 metros, que son los que tiene el paseo de Gràcia, con un tráfico apreciablemente menor. Idealmente, estas dos vías habría sido mucho mejor que hubiesen intercambiado su anchura, porque los requerimientos urbanos de la avenida son más exigentes que los del paseo. Por cierto, en este tema de la anchura de calles es curioso constatar que la Rambla de Catalunya tiene 30 metros, prácticamente la misma anchura que la famosa Quinta Avenida de Nueva York, que es de 100 pies (equivalentes a 30,48 metros).

Planteo una consideración que todavía refuerza más la importancia de realizar esta obra de reforma. Hablo del principal espacio de centralidad de que goza Barcelona. Es un gran tronco que incluye partes de las calles adyacentes y que está formado por la Rambla y el paseo de Gràcia juntamente con la Rambla de Catalunya. La plaza de Catalunya actúa de rótula. Esta importantísima centralidad se detecta con facilidad, pero se hace particularmente evidente el día de Sant Jordi, sobre todo a partir del mediodía, cuando el espacio público está literalmente invadido y colapsado por la gran multitud de ciudadanos que lo ocupan a rebosar. Esto hace pensar en la necesidad y la conveniencia de alargarlo. Pues bien, su prolongación natural es, justamente, el tramo de la Diagonal entre el paseo de Gràcia y la plaza de Francesc Macià. La reforma, que también hará posible este efecto, reitero que significa un gran avance en la mejora urbanística de la ciudad.