Un triunfo coherente
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
Quim Casas
El premio Gaudí a la mejor película catalana del 2014 ha sido para Rastres de sàndal, mientras que El Niño se ha llevado siete estatuillas, pero la verdadera triunfadora de esta edición es sin duda alguna 10.000 KM. No porque tenga cinco premios, y que estos sean además los más importantes excepto en la condición marcada por la catalanidad del idioma (Gaudí a la mejor película en lengua no catalana, director, guión, actor y actriz), sino porque por una vez se han impuesto la coherencia y el sentido común.
Un filme como el de Carlos Marques-Marcet debe ganar esos cinco premios porque se trata de una propuesta en la que los trabajos de dirección, escritura e interpretación (un actor y una actriz que comparten plano físico al principio y al final del relato, pero que en el resto de metraje se comunican a través de la pantalla del ordenador) están total y perfectamente relacionados entre sí más que en ninguna otra película de las nominadas este año. Así que la lógica se ha impuesto, y aunque esa debería ser la norma, en muy pocos casos de produce tamaña coherencia.
Si hubiera un poco más de valentía, por otro lado, títulos como Stella cadente y Hermosa juventud, de Lluís Miñarro y Jaime Rosales respectivamente, dos francotiradores con más trayectoria que Marques-Marcet (el primero, además, como inquieto productor), no deberían haberse ido casi de vacío. Darle a Stella cadente un par de premios, y que estos sean a la mejor dirección artística y vestuario, puede estar bien sobre el papel (la ambientación en 1870, en la España de Amadeo de Saboya, es más que correcta), pero el filme de Miñarro renueva y cuestiona precisamente las convenciones de las películas de reconstrucción histórica, de modo que estos dos galardones le hacen, en el fondo, un flaco favor, como si se quisiera premiar su decorativismo obviando la voluntad de plantear un ejercicio de recreación bien distinto al que realiza en todo momento el autor.
Como siempre, sean los Goya, Oscar o César, los premios cantados no deparan sorpresa alguna: efectos especiales y maquillaje y peluquería para el filme de zombis de Jaume Balagueró y mejor animación para Mortadelo y Filemón contra con Jimmy El Cachondo.
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