Pequeño observatorio

Los ojos, los sentidos que hablan

¿Pero alguien ha descubierto nunca si una mirada es expresiva por sí misma o es expresiva por cómo es recibida?

JOSEP MARIA ESPINÀS

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A los que tenemos la capacidad de visión nos cuesta imaginar qué supone la ceguera. No solo la absoluta, sino aquella suficientemente avanzada como para influir fuertemente en las actividades cotidianas. También nos cuesta imaginar cómo, siglos atrás, los griegos y los romanos podían intentar paliar esta deficiencia. Lo que me parece un milagro es que en el siglo XVIII ya se identificaran las características de la catarata y se encontrara un procedimiento para extirparla. Pero a partir del siglo XIX el conocimiento del ojo llevó a la solución quirúrgica en determinados casos. En Catalunya fue decisiva la aparición del doctor Josep Barraquer, que creó una escuela que adquirió un altísimo prestigio. Él y Arruga atraían muchos pacientes extranjeros.

Pero no voy a hablar de historia, sino de los ojos. Hace poco fui al oftalmólogo y el doctor Raiteri me dijo que no me preocupara, que bastaba con dos gotas diarias. Y he pensado en Tete Montoliu, el gran pianista de jazz, al que tantas veces escuché, que no podía ver las teclas y que cuando tocaba tenía a menudo la cabeza erguida, como si leyera la música aire arriba.

Los poetas hablan a menudo de los ojos femeninos, y muy poco de la nariz y quizá nunca de las orejas. ¿Puede ser que los ojos hablen? ¿Es que los ojos también saben interpretar esa mirada que les llega? Los ojos pueden ser comunicadores de amor, de odio. Las orejas, es evidente, no pueden ser instrumentos de comunicación. ¿Pero alguien ha descubierto nunca si una mirada es expresiva por sí misma o es expresiva por cómo es recibida?

Es innegable que hay miradas que seducen, y en Las mil y una noches el poeta habla de unos «ojos de ágata sombreados por pétalos de jacintos...» ¿Y los ojos masculinos? Creo que nunca han sido objeto de descripciones poéticas. Por otra parte, los catalanes no somos muy piropeadores. Los Álvarez Quintero, en cambio, escribieron con graciosa facilidad: «Morena, no cierre usté los ojos, que se van a acostar los pájaros creyendo que es de noche».