Canto a la libertad

ADRIÀ GALLARDO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Podríamos empezar planteándonos qué sería del mundo sin poder decir aquello que pensemos con total normalidad y sin temor a ninguna consecuencia por hacerlo. Cómo seríamos las personas si para dar nuestra opinión tuviéramos que pasar filtros impuestos por gobiernos de dictadores, por santas inquisiciones, por controles de censura o bien por el prejuicio que la gente te evoque por estar ya sometidos a aquellas tácticas de 'al pueblo pan y circo'. Puede que fuéramos más retrógrados, menos modernos quizás, pero lo que no seríamos es libres. Seríamos títeres con nombre y apellidos. Eso pretende el yihadismo, que seamos títeres sometidos a un Dios que para ellos asesina, tortura y venga a sangre fría todo lo que no tolere. Pretenden hacer del mundo un territorio regido tan solo por las normas de un Dios que para ellos no respeta, ni tolera, ni deja ser libres. Pretenden que seamos sumisos, y si les criticamos, pretenderán que seamos sumisos sin cabeza. Van a por cualquiera que no les de su bendición, y esta vez lo han hecho contra la prensa, contra los compañeros de 'Charlie Hebdo', un semanario satírico que ahora han hecho inmortal y que seguirá denunciando por siempre la barbarie del terrorismo, de la no tolerancia, anteponiendo hasta la vida por la 'libérte'. Han intentado acabar con 'Charlie' atacando en el corazón de la libertad, tomando como objetivo la redacción de un periódico libre, plural y muy crítico con todo y todos, capaz de reírse de si mismos y de todo lo que les rodee, dando una lección de una álgida seriedad mediante el humor, un arte inteligente que perdura por siempre, que es sano y que nos saca los colores siempre con una sonrisa. Han intentado matar la libertad porque nuestras armas son lápices y bolígrafos, han intentado acabar con la pluralidad para intentar atemorizarnos, han intentado matar el canto de la libertad porque tienen una ideología que nos ha declarado la guerra.

Nos intentan matar porque saben que nuestro único miedo es que nos quiten la libertad, porque todo nuestro peso se mide en papel y bolígrafo, porque los que amamos la información y la prensa solo entendemos un periodismo libre, sin ataduras, sin miedos. Porque un periodismo que no es libre y no levanta sus lápices no es un periodismo riguroso ni de calidad.

Hace ya una semana que la barbarie se apoderara de París, la villa de la luz, de la noche, del amor, aquella ciudad que refleja la grandeza, la belleza y la modernidad de un país como es la República francesa, una semana que probablemente haya sido la más complicada para el pueblo francés desde hace muchos, muchos años. Una semana que ha dejado rastros como millones de personas en las calles, millones de lágrimas depositadas mediante flores frente a la sede de nuestro 'Charlie', o carteles en cualquier parte del mundo que indicaban que ahora todos somos 'Charlie'.

De aquí en adelante debemos aprender la lección y hacer un periodismo más crítico, más libre, más plural, un periodismo digno del siglo en el que estamos, un periodismo que suelte carcajadas y lágrimas, un periodismo que sobre todo promueva la libertad y la tolerancia. Que el periodismo plural y bien utilizado es la mejor profesión del mundo, que el periodismo es democracia y libertad, y no hay nada más preciado que la libertad, nada más vital que el poder expresarse con libertad, como lo hace el humor, aquel arte que sirve para buscar el punto ridículo de todo aquello serio; el arte que sirve para sacar los colores de todas las incoherencias que tenemos en este mundo que consideramos moderno, pero que después nos matamos por pensar diferente; en definitiva el arte que sirve para hacernos más libres mediante la tolerancia.

Porque el arte en si, y el arte del humor, es eso, la más pura libertad de expresión, no hay más.