Cuando los independientes se convierten en mercancías

CARME PORTA

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Una persona --o territorio o nación-- independiente es aquella que tiene, y expresa libremente su opinión, que no se subordina ni admite el control de otros.

Con los efectos de las grandes movilizaciones ciudadanas, algunos partidos aprovechan para cautivar voto. Se habla de listas únicas, de partidos del presidente, de convocatorias inmediatas, de quien debe formar parte de unas u otras listas... y la mayoría de la población que se ha expresado en la calle o en las urnas son personas no dependientes de organizaciones políticas. Son y han sido el centro, pero ahora las personas independientes quedan presas, dependientes.

Una propuesta que pretende ser mayoritaria y sumar y que, ya de entrada, condiciona la pluralidad no puede ser una buena propuesta. Tampoco lo es aquella que condiciona a las personas que tienen que ir a las listas: precisamente aquellas que se declaran y han elegido ser independientes y hacen gala, son las que se pretende sujetar a una sola lista. Una lista con un aparente objetivo único: el país. Como si un país no fuera su gente, su diversidad, la pluralidad de proyectos. Como si un país solo fuera posible construirlo de una sola manera, con pensamiento único o con voz acrítica.

Una lista transversal y 'única' --hay que recordar que solo se refiere a ERC y que hay otras fuerzas políticas que forman parte del proceso-- ligada a una sola opción política que pone, y fuerza, condiciones; que fuerza la pretendida unidad --una unidad forzada es, en mi opinión, una unidad rota-- con condicionantes sobre el proceso y la convocatoria electoral. Una unidad que se quiere construir desde la acusación y la imposición, y cuando el acuerdo llega por responsabilidad de país, se rechaza y se pide presión ciudadana... para lograr un acuerdo. Un acuerdo falaz que solo significa llegar a ese "consenso" a la baja, tanto a la baja que deja de ser conformidad por ser un asentimiento para no romper la "unidad".

El pasado mes de noviembre, diferentes personas independientes apoyaron a ERC en su hoja de ruta: elecciones con programa común y gobierno de unidad. Algunas de estas personas también han apoyado a la izquierda alternativa para formar una candidatura amplia anticapitalista --lo que sería totalmente contrario a la lista unitaria del 'president'--. ¿Ahora estas personas solo tendrán que ir en una sola lista transversal? ¿No pueden, no tienen capacidad de elección? ¿Son simples mercancías de la pretendida unidad política, referida solo a los partidos?

Esta unidad es, en mi opinión, falaz y no ayudará a sumar. No sumará a las personas indecisas, ni a muchas de las personas que luchamos por un estado propio con justicia social, sin recortes, con derechos sociales reconocidos. No sumará a mucha de la gente que lucha hace años, o hace poco, por un país más justo, más solidario, que tienen otro referente social que el actual. ¿Una lista 'unitaria' que nace agrietada rompe el futuro, niega la pluralidad y el propio derecho a decidir, persigue un "más de lo mismo" y refuerza un modelo que ya está bien para algunos? Quiero pensar que no es el objetivo, no puede serlo. El paso es erróneo y, demasiado a menudo, se quiere sumar rápidamente y no hacer una adición, ni se consigue multiplicar, sino que el resultado es un resto.