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RAMÓN DE ESPAÑA

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Tengo la impresión de que las reglas para militar en Femen son más estrictas que las requeridas para convertirse en un ángel de Victoria's Secret. Si no eres alta, guapa, joven y de pechos turgentes, ya te puedes buscar la vida en otra parte por feminista que seas. Hace unos días, en Roma, una aguerrida militante de Femen intentó llevarse al niño Jesús del pesebre con la extraña excusa de que Dios es una mujer. Y la secuestradora, como es habitual en estos casos, pertenecía a la raza aria. ¿Acaso no aceptan viejas, gordas y feas? ¿Pero qué birria de organización feminista es ésa?

Entre el culto a la belleza y la inutilidad de sus acciones, Femen empieza a recordarme a aquel grupo de humoristas que, hace unos años, se dedicó a secuestrar enanitos de jardín para llevárselos al bosque más cercano y darles digna sepultura. Una memez, ciertamente. Y un incordio para el burgués que había invertido algunos de sus mejores euros en semejante atrocidad. Pero había cierto ingenio en la propuesta y se mataban dos pájaros de un tiro: se combatía una estética lamentable y se dignificaba la vida del gnomo, no por inexistente menos respetable. Tampoco existe Dios y no por eso hay que bajarse los pantalones a tres metros de su cuna para ponerse a hacer de vientre. Exacto, me refiero a la entrañable figura del caganer, que tan bien sintetiza el seny y la rauxa de los catalanes. Tras mucho darle vueltas al tema, creo que deberíamos sacar a los caganers de los pesebres y llevarlos al bosque, donde los colocaríamos sobre las tumbas de los enanitos de jardín para que a éstos nunca les faltaran flores. El bosque es el lugar ideal para aliviarse; no así un sitio en el que acaba de nacer alguien que no es que sea el hijo de Dios, pero sí un personaje histórico de relevancia que puso la sociedad patas arriba y cuya influencia, a diferencia de la de Justin Bieber, nunca se desvanecerá.

Ni la desubicación del caganer ni el entierro digno del gnomo de jardín son temas fundamentales, pero los derechos de la mujer sí lo son y no deberían ser defendidos únicamente por jóvenes histéricas de pechos perfectos sin nada mejor que hacer que secuestrar jesusitos.