La CEOE y Romanones
Jesús Rivasés
Periodista
Jesús Rivasés
Mañana, 17 de diciembre, es el gran día de los empresarios. La gran patronal, CEOE, elige su presidente entre dos candidatos, el actual presidente, el catalán Juan Rosell, y el aspirante, el vasco Antonio Garamendi. La novedad es que es la primera vez en su historia un presidente en ejercicio tiene que lidiar en las urnas con un rival que pretende -y todo es posible- vencerle. Rosell y Garamendi, Garamendi y Rosell, serán elegidos por 768 votantes representantes de las distintas organizaciones.
El voto es presencial y secreto por lo que, al margen de las instrucciones que tenga elector de sus superiores jerárquicos, nada le impide, en su soledad y privacidad ante la urna, votar a quien le plazca. El resultado de esa elección determinará si los empresarios, al final, optan por una CEOE descafeinada, dúctil al Gobierno y a otros poderes, o una organización influyente, como reza su historia pasada.
Garamendi y Rosell, Rosell y Garamendi han hecho campaña dura entre sus electores y ambos acuden con la esperanza de que pueden ganar esas elecciones. Rosell, ha presentado más de 300 avales para su candidatura, frente a la treintena de Garamendi. Los necesarios eran 20 y mientras Rosell ha querido hacer una demostración previa de fuerza -¿quién le iba negar un aval si después gana?-, mientras que Garamendi, desde el principio anunció que solo buscaría los necesarios. Dos candidatos, dos estrategias, dos talantes muy diferentes.
Los dos aspirantes han recorrido buena parte del país y han hablado con organizaciones y empresarios. Han expuesto sus planes, han pedido el voto y, lo más destacable, es que ambos han escuchado tan buenas palabras de unos y otros y tantas promesas que creen que pueden ganar las elecciones. Eso sí, las adhesiones que han recibido tanto Rosell como Garamendi exceden el número de posibles votantes lo que indica que muchos electores, por las razones que sea, no han sido sinceros.
Álvaro de Figueroa y Torres (1863-1950), Conde de Romanones, fue 3 veces presidente del Gobierno, 17 veces ministro y 1 vez presidente del Senado en el reinado de Alfonso XIII. En una ocasión le propusieron que presentara su candidatura para una vacante en la Real Academia de la Lengua y que, como era costumbre entonces, pidiera el voto a los restantes académicos. Lo hizo y todos prometieron votarle, porque que al poder siempre se promete apoyo. El día de la elección, uno de sus ayudantes susurró a Romanones durante una reunión: «No hemos salido». «¿Y cuántos votos he tenido?», preguntó el político. «Ninguno, señor». Y entonces, pronunció su histórica frase, «joder, qué tropa». Mañana, Rosell o Garamendi, Garamendi o Rosell, uno de los dos, cuando se escrute la urna de la CEOE, también dirá «joder, qué tropa». La pregunta, ahora, es quién será y si habrá una CEOE descafeinada o influyente.
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