Un regalo envenenado

TONI
Aira

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Semana de estreno del portal de la transparencia impulsado por la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Y como esa transparencia tiene sus significativos topes, la prensa ha pasado a entretenerse en detalles que dan juego como los sueldos del presidente, los ministros y asesores y altos cargos. Han impactado circunstancias como que el director de Gabinete de Mariano Rajoy, Jorge Moragas, cobre el doble que el presidente español. Pero, ¿y el equipo del Ministerio de la Presidencia?

Bajo el paraguas oficial de Sáenz de Santamaría, la secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez Castro, cobra bastante más que su superior jerárquica. Eso sí, forma parte de un colectivo, los máximos responsables de la comunicación del Gobierno, que tiene una media de vida laboral muy corta, de unos dos años. Pero ella ostenta el récord, tres años después de que Rajoy asumiera el poder y la nombrara, en diciembre de 2011. También dice mucho del talante del jefe de Gobierno, con querencia a no tocar mucho nada si no se ve muy obligado a ello. Los asesores de los líderes políticos también los describen en parte.

Miguel Ángel Rodríguez (1996) asumió la Secretaría de Estado de Comunicación y de facto pasó a ser el portavoz del primer Gobierno de José María Aznar. Duro como él, elevó en rango aquello que Miguel Gil Peral asumió en el último Gobierno de Felipe González como subsecretario. Mucho poder, pero Rodríguez duró poco, dos años, medio mandato. Lo sustituyó el empresario Pedro Antonio Martín Marín (1998), y a él, el ministro portavoz Pío Cabanillas Alonso (2000), que había sido director general de RTVE. Al cesar el ministro, el último secretario de Estado de Comunicación de Aznar, que lo fue durante los atentados de la 11M en Madrid, fue Alfredo Timermans (2002), después en Telefónica.

Cuatro secretarios de Estado de Comunicación tuvo también José Luís Rodríguez Zapatero. Miguel Barroso (2004), el primero, asumía parte de la gestión del discurso y de la construcción del relato con una atención especial a la escenografía del poder. Animó el nacimiento de La Sexta, Cuatro y el diario Público, pero lo dejó un año y medio después. Lo sustituyó el sindicalista Fernando Moraleda (2005), y a este la periodista de la SER Nieves Goicoechea (2008). El último fue Félix Monteira (2010), hasta entonces director de Público. Y pasó. Bien pagado pero  fugaz, como el resto de los que ocupan un cargo, regalo envenenado, que acostumbra a quemar rápido.