La clave
¿Ahora o nunca?
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
ALBERT SÁEZ
En política, como en el resto de la vida, la prisa es un síntoma de debilidad. Soberanistas e inmovilistas padecen de este mal, antes y después del 9-N. La urgencia les retroalimenta. Mas -y Junqueras- quieren resolver el asunto en 18 meses. Aunque lo quieren hacer de una manera muy diferente en el ritmo y en las formas. El muro de la miopía política de Rajoy les ha llevado a relevar la bandera del referéndum por un concepto políticamente indeterminado como el de las elecciones plebiscitarias. Ciertamente no les han dejado otra salida con el marco legal actual pero en algún momento alguien debería preguntarse si la mejor repuesta a quienes no quieren permitir la consulta de ninguna manera es hacerla de cualquier manera. Es el momento de abandonar la referencia de la política española y mirar al interior de la sociedad catalana y valorar si evitar el referédum sobre la independencia, además de resolver el problema, mantiene la convivencia en los niveles de calidad que tiene hasta hoy.
Vitaminar a Mas
Los mejores animadores de la prisa soberanista son quienes desde las antípodas les retan constantemente con la cancioncilla de que esto es un «souflé», un «calentón» o un simple «cabreo». Y este error es especialmente grave cuando se personalizada el asunto en el president Mas. Cada vez que huelen la posibilidad de que se hunda, se sienten aliviados. Y muchas veces no hacen otra cosa que vitaminarlo como en el caso de la querella.
Unos y otros deberían entender que una victoria pírrica o una derrota sin jugar el partido simplemente van a prolongar el asunto. Una parte sustancial de la población catalana ha iniciado un camino sin retorno que les lleva a decidir en las urnas su permanencia política y económica en España. Aunque Rajoy no lo imagine, en Catalunya hay mucha gente que quisiera seguir en España libremente y no únicamente por imperativo legal o por fatalidad histórica. Cómo también hay muchos catalanes que dejarían de salir a la calle si simplemente pudieran votar y aceptar el resultado. Eso va a ser así, aunque no les guste a muchos, ahora y siempre.
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