¿Una lista, o tres?

JOAN SOLÉ

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Artur Mas abrió la veda de la lista unitaria, no sólo fue una estrategia muy ocurrente de quien pronunció un discurso muy bien distribuido por temática y sentimiento en el Fórum, sino que también consolidó su estatus dominante en un proceso que parecía beneficiar a todos menos a él. Al que más, Oriol Junqueras.

Lo del presidente Mas ha sido como el quiebro de un delantero a un defensa, en pocos movimientos ha logrado romper la cintura de su marcador y escaparse del segundo hombre para plantase solo delante del portero. En octubre dije en mi cuenta de Twitter lo que podía pasar el 9 de noviembre, no está de más decir que me equivoqué. A pesar de que mi fuente acertó en todos los movimientos previos, me afirmó que todo apuntaba a una tensión máxima de la cuerda hasta el día de la votación, momento en que el presidente haría una declaración institucional diciendo "lo hemos intentado, no ha podido ser porque no nos dejan, vayamos a una anticipadas". Con 700 periodistas y 200 medios extranjeros, cabe decir que era mejor seguir adelante y esperar a superar los 1,8 millones de votos.

El éxito del 9-N lo capitalizó Mas, y sus consecuencias legales también. Él ha sido el que ha hecho posible votar, de un modo u otro, y ahora es capaz de decir que "si hace falta" no liderará una lista unitaria sin siglas de partido, de un solo punto y formada por la sociedad civil para lograr la independencia. Fantástico. Se quita de encima la ‘U’ de Unió, también a su crítico número uno, Duran i Lleida, quien seguirá sin entender qué pasa. Pone en un compromiso a Esquerra, que hasta hace poco "gobernaba" en las encuestas. Junqueras, en fuera de juego hasta que su propuesta de presentarse con tres listas tenga el visto bueno o la comprensión de l’ANC y Òmnium.

La pregunta

¿Una lista, o tres? La propuesta de Mas solo tiene un punto en el programa. La idea que propondría Esquerra es la de abrir un abanico de tres listas, distintivas en identidad socio-económica, para sumar más en la votación. En vistas del contexto, tanto una idea como la otra tienen sus pros y contras. No se puede decir con exactitud cuál es la opción más buena, pero también es cierto que la sociedad catalana se mueve por muchos acentos y que fuerzas como la CUP tienen una importancia capital en esta decisión. No es cuestión de preguntarnos si ERC y CiU pueden sumar lo necesario, sino de hacer posible que todos los soberanistas se sientan representados en su voto. Podrían haber tres listas, o una sola, llenas de intelectuales, economistas e investigadores identificados con la derecha, la izquierda y los movimientos populares. El ciudadano debe sentirse identificado, solo así el soberanismo logrará la mayoría que pide.