Cosas de la edad

JOAN OLLÉ

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He tenido que vivir casi tres veces 20 años para poder finalmente dar respuesta a la estupidísima pregunta de si me siento más catalán o español, inclinándome hoy por la primera opción. La decisión no ha sido fruto de profundas reflexiones, sino de constatar mi total desconocimiento de la realidad madrileño-española. Me explicaré: cada vez que escucho la expresión 'Rey de España' sigo pensando indefectiblemente en el Rey de toda la vida, el nuestro, el del 23-F de elefante y no en este 'giacomettiano' muchacho de 46 que sonríe del brazo de su esposa. Y me reprendo: ¿cómo puedes sentirte ciudadano de un país si ignoras aquello que todos saben?

Algo parecido me ocurre con otro al que llaman Pedro Sánchez y dice ser secretario general del PSOE, cargo que aún relaciono con alguien de verdad y no con un repeinado de mejor vídeo que audio, ya que a la que abre la boca emite casi tantas tonterías por segundo como su segundo, un tal Luena, de 33, que, oído lo oído, parece que de mayor quiera ser el peor Alfonso Guerra, el del serrucho. Y así, día a día, ambos se van alejando en voz y en voto de los dos Pablos Iglesias, su fundador y el mediático. Tal vez sean mis 59 años los culpables de que este relevo generacional me resulte más viejo que la tosferina. ¡Ah!, también me he enterado que por aquí últimamente manda bastante un tal Rull, a quien también tengo el gusto de no reconocer.

El dictado del maestro Pla

Cincuenta y nueve años, los mismos que Rajoy y Mas, que los cumplirá en enero. Repaso las páginas de mi agenda de amigotes y no encuentro a nadie que se parezca mínimamente a ninguno de los dos: debe ser que estudiamos en otros colegios. Y, de pronto, por jugar, me imagino al catalán con barba canosa y al gallego recién afeitado: quizá sería esta la manera de que de una vez por todas se interesasen por algo del otro: «!Coño, Mariano, te has quitado 30 años de encima; buena falta te hacía!». Y Rajoy: «¡Ahora sí, Artur, que cuelas como Moisés guiando a tu pueblo a la Tierra Prometida! ¿Una cañita?».

Y viéndoles no compartir ni una cerveza, uno ensancharía el célebre dictado del maestro Pla en el que aseguraba que nada se parece tanto a un español de derechas como uno de izquierdas, añadiendo que nada se asemeja tanto a un español de derechas como un catalán de derechas. Lo que nos jode es que ellos tienen a sus espaldas una tremenda épica de reyes, batallas y sangre, mucha sangre, diferencia que los comisarios Soler y Calçada han tratado de subsanar consagrando el oscuro 1714 como kilómetro cero de nuestra unidad de destino en lo catalán.

Sí, 59. Y mis miméticos coetáneos, empeñadísimos en adormecerme y a la vez quitarme el sueño con góticos cuentos infantiles.