tú y yo somos tres

Torrente: lo que faltaba decir

FERRAN MONEGAL

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Es tanta la excitación televisiva que consigue  Santiago Segura cada vez que estrena un nuevo 'Torrente', es tan enorme su insistente habilidad -y muchas veces cargante pesadez- por aparecer en todos los programas de todas las cadenas, que Dani Mateo ('El intermedio', La Sexta) les preguntó a Carlos Areces y Julián López, actores que intervienen en 'Torrente 5': «La pregunta és: ¿qué queda por decir de Torrente 5? Adelante, adelante, contestad, os escuchamos». Y la respuesta fue un largo, inmenso, dilatado, aplastante, silencio. Areces y López, completamente mudos, se miraban. Ponían caras. En algún momento, incluso, pareció que iban a romper a hablar. Pero nada. Ni pío. Ni una sílaba. Ni un sonido. Ni por casualidad. Así estuvieron mucho rato. Callados. Dani hasta se fue a por palomitas, porque aquello era de un silencio sepulcral. Y al final, el público estalló en aplausos.

¡Ahh! Habían entendido el mensaje. Nosotros, en casa, también. Nada hay que decir de 'Torrente 5', porque ya se ha dicho todo hasta la saciedad. Llegará un día, no tardará, en que buscaremos afanosamente todo aquello que la tele no haya machacado. Iremos con una lámpara en busca de lo que jamás haya sido exprimido en los platós. Huiremos de los bombardeos que nos infligen las cadenas para que consumamos productos, desde el chorizo de cantimpalo hasta la última película del último cineasta. ¡Ahh! A pesar de la aparente iluminación, tan deslumbrante,  la tele siempre proyecta una sombra aniquiladora e inquietante. «Apártate, que me estás tapando el sol» le dijo una vez el humilde Diógenes al fastuoso Alejandro Magno.

CRÓNICA DESDE LA ZONA PROHIBIDA

CRÓNICA DESDE LA ZONA PROHIBIDAAcabo de ver en el informativo de Pedro Piqueras (T-5) una crónica de Miguel Romero desde la zona fronteriza entre Sierra Leona y Liberia. No sé cómo ha podido penetrar en ese lugar, cerrado, en cuarentena permanente, por los estragos del ébola. Doble mérito para el reportero: ha sabido enseñarnos lo que no quieren que veamos. Hay muertos por los caminos, en los márgenes. Se pasan ahí días y días sin que sean retirados. Luego los llevan a la selva y los entierran. Sin incinerar. Hay  ahora, en esa zona, 136 médicos para 6 millones de habitantes. Ha gozado esta crónica de un minuto y 11 segundos del informativo. Ha sido suficiente: hemos comprendido que las cifras oficiales sobre el ébola nada tienen que ver con la realidad.