La clave
Los dilemas del caso de Pajares
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
ALBERT SÁEZ
La repatriación, cinco días antes de su muerte, del misionero español Miguel Pajares ha provocado diversas controversias, dentro y fuera de las redes sociales, que merecen sobrevivirle. Primero fue el debate sobre si España debía también hacerse cargo de las dos compañeras no españolas de Pajares infectadas de ébola. El Gobierno dijo no, sin que el internacionalismo cañí abriera la boca. Después vino el asunto de la factura del avión que le trajo de Liberia. Las hordas progresistas pusieron entonces en marcha una campañita al grito de por qué rescatamos misioneros mientras cerramos plantas de hospital. Todo muy fraternal.
El último episodio, antes del fallecimiento, llegó a propósito del tratamiento experimental que se le aplicó, sin resultado, y el lamento de la OMS por la escasa investigación contra el ébola porque los mercados «no la consideran rentable». El misionero jamás debió imaginar que su minuto de fama le llegaría de manera tan dramática y a la vez tan intensa.
Fraternidad nacional
Los estados han banalizado su nacionalismo hasta hacerlo imperceptible, y solo en momentos de máxima efervescencia reaparecen los fantasmas fundacionales. En esa dramática decisión de los ministerios de Asuntos Exteriores y de Sanidad de traerse a Pajares y a una monja española y condenar a muerte a las dos africanas. Trágica elección que estuvo precedida de muchas llamadas para interceder por ellas pero que no ha tenido ni un minuto de réplica por esa prensa libre que da lecciones a diestra y siniestra. La muerte de Pajares expía la hipotética culpa del Estado que lo repatrió, el mismo que deja colgados en una valla a decenas de compatriotas de las monjas abandonadas. Ese Estado al que algunas voces en la red le piden que no favorezca a Pajares por ser misionero y le condene a las listas de espera. Ese Estado que no aporta fondos a la OMS para investigar epidemias foráneas y gasta en alargar la vida a moribundos autóctonos.
César Molinas escribe que la fraternidad promovida por la Revolución francesa es la asignatura pendiente de los estados nación. Me temo que tiene razón.
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