La clave
Les presento a Ada Colau
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
ALBERT SÁEZ
Ada Colau goza de una gran notoriedad gracias a su labor como portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, la PAH. Su rostro se identifica hoy con la paralización de muchos desahucios injustos y con la batalla de la dación en pago que llegó, sin éxito, al Parlamento. Pero ¿quién es Ada Colau y qué es Guanyem Barcelona? Para entenderlo, lo primero que hay que saber es que a la protagonista no le gustaría el título del artículo porque entiende que la política no es cosa de líderes sino de prácticas y objetivos.
Si atendemos a sus portavoces, Guanyem Barcelona es el resultado de la «confluencia» de tres tradiciones. Joan Subirats representa un mundo universitario que lleva décadas construyendo desde la ciencia política una alternativa a la democracia representativa y lo que consideran sus males. Es gente académicamente brillante que quedó desengañada por los pactos/cesiones de la transición. El segundo componente lo representa el abogado Jaume Asens, vinculado al movimiento okupa que de forma minoritaria denostaba el sistema cuando nadie lo criticaba. Y el tercer vector es el de los movimientos sociales sectoriales que, como el de Ada Colau, agrupan hoy a la clase media (baja) que ha dejado de serlo como consecuencia de la concatenación de la crisis financiera, el paro, los recortes de los servicios públicos y la impunidad contra la corrupción. Colau trabaja en el Observatorio de Derechos Económicos, Sociales y Culturales presidido por Jordi Borja, teniente de alcalde con Pasqual Maragall en nombre del PSUC, ahora ICV, adonde llegó de Bandera Roja como responsable de política municipal y movimientos sociales.
Realidad y sueño
Cada generación tiene derecho a su utopía. Subirats y Borja tuvieron la suya, que culminó con la democracia y los Juegos Olímpicos. Asens y Colau tienen la suya. Es legítimo. Y es muy ambiciosa, porque la derecha extrema ha conseguido en los últimos años hacer sus sueños realidad. ¿O no considerarían en la London School un sueño montar un negocio como el de Castor, en el que inviertes 1.400 millones de euros y el Estado te los devuelve cuando no funciona? Una utopía.
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