Ideas
Un gran secundario
Jordi Puntí
Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.
JORDI PUNTÍ
El canal Series de Canal + ha emitido durante las últimas semanas la primera temporada de Silicon Valley, teleserie de humor producida por HBO, y si uno quiere hablar de esos ocho episodios sin duda tiene que contar una noticia buena y otra mala. La buena es que la serie es muy buena, muy divertida, y que HBO ya ha encargado una segunda (breve) temporada. La mala noticia es que uno de sus mejores actores -un secundario- murió durante el rodaje. Se llamaba Christopher Evan Welch, sufría cáncer del pulmón, y su actuación era tan carismática, pese a la brevedad y el minimalismo, que su ausencia va a ser todo un hándicap para los guionistas.
Silicon Valley cuenta el día a día de cinco jóvenes que viven en la región cercana a San Francisco donde se alojan la mayoría de empresas que dominan internet, de Microsoft a Google, Youtube o Apple. Esos cinco informáticos han desarrollado un sistema de compresión de archivos -no se preocupe si no sabe lo que es, da igual- que va a ser la bomba, y dos de los gurús del negocio informático se los disputan con ofertas millonarias y estilos opuestos.
En el fondo, la trama es una excusa para reírse de la realidad en la que viven los programadores y cerebritos de Silicon Valley, con sus obsesiones y dificultades para relacionarse fuera de esa burbuja del mundo digital.
En este entorno, Christopher Evan Welch interpretó magistralmente a uno de los dos magnates de la informática que quiere hacerse con el proyecto. Su personaje, Peter Gregory, es un tímido extremo, con escasa paciencia para las relaciones personales y aires de visionario. Con su habla entrecortada, quizá producto ya de su enfermedad real, y un porte solemne, a ratos parecía una mezcla de los dos referentes más conocidos: la arrogancia zen de Steve Jobs y la sencillez nerd de Bill Gates.
Con tan solo 48 años, Christopher Evan Welch había interpretado papeles episódicos en montones de series y películas, pero cuando le daban más guion, sabía aprovecharlo. Lo hizo en la breve Rubicon, donde daba vida a un analista político atormentado, y lo hacía de forma memorable en Silicon Valley. Qué pena su muerte.
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