Al contrataque
La invención del enemigo
Joan Barril
Ha dirigido el semanario 'El Món' y ha ejercido de columnista en diarios como 'El País' y 'La Vanguardia'. Actualmente presenta 'El Cafè de la República en Catalunya Ràdio'. En televisión dirigió el programa 'L'illa del tresor' junto a Joan Ollé en el Canal 33.
JOAN BARRIL
Lo hemos visto en las fotos aéreas de las procelosas aguas árticas. El calentamiento global fragmenta la banquisa y los témpanos se desgajan. El oso polar, veterano, astuto y resistente, intuye que ni él ni su prole tendrán muchas posibilidades de supervivencia, por lo que se ve obligado a nadar hasta otro témpano cercano.
Esto es lo que le sucede a Duran, uno de los animales políticos más resistentes y lúcidos de la biosfera política española. Durante muchos años se encargó de dar reconocimiento a Pujol y le abrió las puertas de los despachos de todos los presidentes democristianos del planeta.
Eran tiempos en los que la cordialidad acababa siendo sustituida por el pragmatismo. «Te doy para que me des». Con esto bastaba. Los primeros años sin Pujol, la cordialidad entre Mas y Duran subió enteros, hasta que de pronto la temperatura empezó a crecer. Y la sensibilidad térmica del oso Duran le obligó a sobrevivir entre el oleaje y el frío con la llegada de la cálida estrella de ERC.
Ignoro quién aprovechó el auge soberanista para empezar a construir el puente de plata por donde Duran debería ser invitado a irse. Las bases de CDC no le tragaban. Le llamaban «traidor» y otras lindezas. Al heterodoxo se le llama enemigo. Y el enemigo se inventa. Duran es el portavoz de la federación en el Congreso y su secretario general, pero aun así CDC lo ha tratado sistemáticamente peor que a un mayordomo a punto de jubilarse. Las mesnadas del poder le mordían los tobillos, y en ningún momento ninguno de esos niños juguetones del jardín convergente le agradeció nada. No solo eso: los pactos importantes de Convergència con terceros le han sido comunicados en el último momento a Duran vía telefónica. Y el descalabro electoral experimentado por CiU las dos últimas consultas ha sido explicado como una maniobra turbia de ese Duran que no era de los nuestros. Una vez más, hay motivos para recuperar los versos del Cantar del mío Cid: «Qué buen vasallo si hubiese buen señor».
Mano tendida ignorada
La CiU de hoy no es la misma que la del pujolismo, pero los anteojos con los que mira la realidad siguen siendo demasiado opacos. Absorbidos por su legítimo soberanismo, Mas y su gente han obviado el papel central que tan bien supo desarrollar el abuelo Pujol. Entre el heroísmo y el pragmatismo se ha preferido lo primero. Incluso los empresarios, esa nobleza del dinero que siempre había estado cerca del poder convergente, han demostrado un escepticismo excesivo. Y en su empecinamiento anticatalán, incluso Rajoy se ha permitido ignorar la mano tendida de Duran para, entre todos, salvar los muebles.
En este lance político el culpable no es Duran Lleida, sino todos los demás. Por suerte, el oso polar ya encontrará una tierra firme para resguardarse del cambio climático con el que entre unos y otros aspiran a fundir los polos.
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