DOS MIRADAS
Destino
Los antiguos romanos imaginaban el hilo de la vida en manos de tres mujeres, las Parcas. Bajo sus caprichos trenzaban hilos de oro para señalar los momentos de prosperidad y lana negra para las desgracias. Al fin, una de ellas, la más anciana, tomaba unas tijeras y convocaba a la muerte. Igual que en esos hilos del destino, el escritor traza las líneas de sus ficciones o el músico el pentagrama de su composición. Ficción para convertir en eterna la realidad. La creación como modo de combatir la angustia del fin del destino. Un modo de burlar el cruel tijeretazo de las Parcas.
La Dansa de la Mort de Verges no es más que un rito ancestral que nos recuerda que, en cualquier momento, ricos y pobres, jóvenes o viejos, vivimos expuestos a los caprichosos designios de la guadaña. Pero, más allá del último aliento, la lucha entre Eros y Tánatos, entre la vida y la muerte, se extiende a toda nuestra existencia.
Día a día libramos combates entre hacer o resignarse. Entre construir o dejarse llevar. Entre la voluntad o la falta de ganas. Cada minuto es un instante más de vida o 60 segundos menos en el trayecto hacia la muerte. Demasiadas veces olvidamos -o nos ayudan a olvidar- que en nuestras manos también tenemos la capacidad de crear. Crear otras vidas u otros modos de vivir. Combatir la muerte de las utopías y rebelarnos ante la lenta agonía del conformismo. Al fin, apresar los hilos del destino.
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