A contracorriente ¿por qué no?
Joan Ferran
Exdiputado en el Parlament de Catalunya (PSC)
JOAN FERRAN
No recuerdo si fue la lectura de 'El hombre que amaba a los perros' del cubano Leonardo Paduro lo que acrecentó mi curiosidad sobre la vida y milagros de Liev Davidovich (Trotski) o el interés por las grandes utopías del siglo XX y sus perversiones. Lo cierto es que tras rastrear la obra y los escritos del viejo revolucionario confieso haber hallado reflexiones que permiten ir más allá de lo inmediato, de lo coyuntural. Los textos de Trotski transmiten sensaciones, describen paisajes, hablan de arte y cultura y, lógicamente, también de estrategia política. Estrategias, actitudes y reacciones que seguramente cuando han de ser aplicadas por las personas no están exentas de determinados condicionantes psicológicos o intereses personales.
Últimamente se habla mucho acerca del discutido voto del PSC. Se debate en los medios de comunicación sobre la disciplina de voto en los grupos parlamentarios, sobre la obediencia debida a un compromiso --llamémosle contractual-- entre un individuo y el colectivo que lo arropa, sobre la dimensión de la objeción de conciencia… El último episodio lo han protagonizado un grupo de diputados del PSC respecto a una resolución, promovida por los sectores soberanistas del parlamento catalán, que tiene como objetivo la validación de la consulta por el Congreso de los Diputados. Quieren tramitarla a sabiendas de que allí no están por la labor. La polémica está en el aire y los adversarios mediáticos y políticos de los socialistas no cejan en su empeño por fragmentar y cuestionar las decisiones adoptadas por la dirección de Pere Navarro. Pues bien, es en una situación como la creada que me parece interesante recuperar una reflexión sobre la actuación de los políticos que León Trotski escribió en 1915. Dice así:
"El 'doctrinario' se aferra a una teoría a la que ha desprovisto de todo espíritu. El 'oportunista-pragmático' asimila los tópicos del oficio político, pero cuando sobreviene un trastorno inesperado se encuentra en la posición de un peón desplazado por la adaptación de una máquina. El 'ideólogo' de envergadura no se encuentra impotente más que en el momento en que la historia lo desarma ideológicamente, e incluso entonces a veces es capaz de rearmarse rápidamente, asimilar la idea de la nueva época y continuar jugando un papel de primera fila".
La polémica está en el aire y los adversarios mediáticos y políticos de los socialistas no cejan en su empeño por fragmentar y cuestionar las decisiones adoptadas por la dirección de Navarro
Un servidor no va a calificar a nadie de doctrinario. Tampoco intento estigmatizar a otros tachándolos de 'oportunistas pragmáticos' adheridos a la corriente de la moda dominante. No, nada de eso. Cada cual sabrá que ambiciona y que le mueve a actuar de determinada manera. Tan sólo considero que a los socialistas catalanes y españoles les ha llegado el momento de ejercer 'ideólogos' y rearmarse. ¿Para qué? Sencillamente para volver a jugar un papel de primer orden sin ejercer de peones acomplejados. Eso sí, con propuestas y criterios propios aunque, inicialmente, toque navegar a contracorriente.
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