La lucha contra el VIH

Nuevo escenario y paradigma del sida

El sistema que frenó la epidemia entre consumidores de drogas puede ser efectivo entre homosexuales

JORDI CASABONA

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En Catalunya, como en el resto de Europa, el colectivo de hombres que tienen sexo con hombres (HSH) es el único grupo de transmisión en el que el número de nuevos casos del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) sube: el 60% del total de declaraciones. España y Gran Bretaña son los países con unas prevalencias de VIH más elevadas en estos colectivos, y en Catalunya el Proyecto ITACA estima que cada año se infectan tres de cada 100 HSH. Esta situación se acompaña de un aumento de otras infecciones de transmisión sexual (ITS) menos mediáticas, como la sífilis, que, no hay que olvidarlo -y quizá por eso casi no se habla de ellas-, se curan con antibióticos relativamente baratos; se constata, además, un aumento de  casos de hepatitis C transmitida sexualmente entre HSH, a menudo portadores del VIH.

Reflejando la gravedad de la situación, el sábado pasado el director de Salud Pública de Inglaterra, Kevin Fenton, declaró que la reemergencia del VIH y las ITS entre los HSH es una crisis de salud pública que hay que gestionar con urgencia. Las razones para esta situación son múltiples, entre ellas el consistente aumento de las conductas de riesgo, el uso concomitante de alcohol y drogas y la propia coexistencia de más de una ITS, así como una serie de determinantes de contexto, como la homofobia, el estigma y la marginación o la dificultad de acceso a servicios diagnósticos y de tratamiento. Por ello en los ámbitos científicos de la salud pública está claro que ahora hay que implementar intervenciones que integren todas las herramientas que tenemos al alcance, tanto biomédicas como conductuales y estructurales, pues ninguna de ellas podrá por sí misma cambiar el curso de la epidemia.

En este sentido, recientemente la agencia de salud pública más prestigiosa de Europa, la Health Protection Agency de Gran Bretaña, dijo que los tratamientos antirretrovirales no son suficientes para detener la epidemia si no van acompañados de otras intervenciones que dirijan todos estos aspectos. Para hacerlo efectivamente son imprescindibles servicios de proximidad que vayan a buscar a las poblaciones vulnerables y con más riesgo allí donde se encuentren y las pongan en contacto con los centros asistenciales.

La aparición en los años 40 de los antibióticos y las vacunas efectivas nos ha hecho olvidar la gran tradición higienista que históricamente hubo en Catalunya y la efectividad que la educación en salud y la movilización de servicios de base pueden tener en ausencia de una vacuna preventiva o de un tratamiento curativo para el VIH. La situación no es ni mucho menos la que había, por ejemplo, con la tuberculosis a comienzos del siglo XX; ahora tenemos antibióticos para la mayoría de ITS bacterianas, unos tratamientos antirretrovirales efectivos para tratar y eventualmente prevenir el VIH y unos servicios clínicos de excelente calidad. Pero hay que volver a recordar los principios básicos de la salud pública y la importancia de los epidemiólogos de terreno, la atención primaria y los servicios comunitarios, sin los que ni la investigación ni las buenas intenciones podrán revertir la actual situación. Una de las herramientas disponibles más efectivas es el diagnóstico y tratamiento precoz del VIH/ITS.

Por eso el Centro Europeo para el Control de Enfermedades ha recomendado una serie de estrategias, entre ellas los cribados periódicos en poblaciones en riesgo, el uso de pruebas rápidas, los puntos de atención y programas de calle, la diversificación de las estrategias de consejo asistido y el uso de las nuevas tecnologías. El establecimiento, por primera vez en Europa, de la Semana de la Prueba justo antes del Día Internacional del Sida, promovida por HIV in Europe Initiative, apoyada por la UE y en nuestro país por la Agència de Salut Pública de Catalunya y las oenegés del sector, tiene precisamente como propósito sensibilizar a la sociedad sobre la necesidad de la normalización de este test.

En los años 80 la indecisión y el retraso en implementar programas de prevención para los usuarios de drogas por vía parenteral terminaron teniendo un alto coste económico y en salud, pero ahora tenemos una red ejemplar de atención a ese colectivo, lo que ha hecho disminuir drásticamente la epidemia del VIH en él. El escenario epidemiológico es diferente y hay que adaptar los mensajes y el modelo de intervención -que no puede basarse solo en la información-, no es un asunto fácil y el contexto económico no ayuda, pero tenemos un amplio abanico de posibles intervenciones, todavía uno de los mejores sistemas de información, profesionales motivados y la red de oenegés más activa del Estado. Si lo hicimos para los usuarios de drogas por vía parenteral también lo podemos conseguir para los HSH.