Botellazo

Ana Botella y Mariano Rajoy.

Ana Botella y Mariano Rajoy. / VRC LM**MEX**

SAÜL GORDILLO

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Lo peor no ha sido el jarro de agua fría. Lo peor ha sido la reacción, mediática y política, tras el fracaso de la candidatura olímpica de Madrid por tercera vez consecutiva, la cuarta en toda la historia. Veníamos de una euforia entre algunos medios madrileños que no ayudó en nada a la candidatura de Madrid 2020. Filtrar cuatro días antes los nombres y número de miembros del Comité Olímpico Internacional (COI) que habrían comprometido su voto en favor de la capital española no fue la mejor contribución mediática a la candidatura. !Qué poco mundo!

Unos medios que destaparon la botella de cava antes de tiempo, pues. Y otros, en las horas previas se dedicaron al 'botellazo' de las lecciones de inglés, con éxito en las redes sociales. Un espectáculo, visto desde la distancia geográfica y quizá emocional, que no hacía presagiar lo mejor para los intereses de Madrid 2020. Luego, para más 'inri', una tormenta descargó en Buenos Aires interrumpiendo justo la presentación española. Pintó negro, negro.

¿Por qué?, se preguntan ahora los eufóricos de los días y horas previas, al más puro estilo Mourinho. Pues quizá porque a los miembros del COI no les hizo gracia ver sus nombres comprometidos antes de la votación, impresos en papel. Quizá por el culebrón de Gibraltar. Qué favor del ministro de Exteriores y de Mariano Rajoy Ana Botella y los madrileños. Un 25% de los votos del COI son de países de la Commonwealth. La bandera como cortina de humo ante el escándalo de Luis Bárcenas también pasó factura. 

¿Por qué?, se preguntan los que no supieron responder ante las interpelaciones del COI en Buenos Aires sobre el dopaje. La 'Operación Puerto' cayó como una tormenta, y en eso no hay Gasol ni Messi --por fin, decían en las portadas cavernícolas con el blaugrana-- que lo compense. Luego está lo sabido. La crisis, el paro y la sensación que los brotes verdes que blandió un Rajoy poco convincente eran más un deseo que una evidencia. Si escucharon al presidente del Gobierno y cerraban los ojos, no sabrían distinguir si se trataba de un discurso de candidatura olímpica el día de la votación o de una rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.

Totalmente de acuerdo con el análisis de  Antoni Gutiérrez-Rubí. El único que se salvó en la puesta en escena fue el Príncipe Felipe.