CARNET DE VERANO

La casita de Mahler

Interior de la casita de trabajo de Gustav Mahler, a orillas del lago Attersee.

Interior de la casita de trabajo de Gustav Mahler, a orillas del lago Attersee. / periodico

ROSA MASSAGUÉ

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Gustav Mahler es mucho Mahler, pero el Festival de Salzburgo puede con todo. En esta edición está programando las nueve sinfonías del compositor austríaco.

Batutas y orquestas, naturalmente, son de primera: Zubin Mehta y la Filarmónica de Viena; Mariss Jansons y la Sinfónica de la Radio de Baviera; Gustavo Dudamel y la Simón Bolívar; Cornelius Meister, un valor en ascenso, y la Sinfónica de la Radio de Viena; Michale Gielen y la Sinfónica de Baden-Baden y Friburgo; Riccardo Chailly y la Gewandhaus de Leipzig, y Simon Rattle y la Nacional Infantil de Venezuela.

Para Mahler, la palabra sinfonía quería decir construir un mundo utilizando todos los medios técnicos a su alcance. Pero no solo eso. Mahler era como una gran esponja que absorbía todos los sonidos para después traducirlos en música.

Muchos de estos sonidos los encontró a 50 kilómetros de Salzburgo, en la pequeña localidad de Steinbach, a orillas del Attersse, un lago que serpentea por entre la región de Salzkammergut.

Allí, en la pensión Föttinger, acompañado de sus hermanas Justine y Emma, su hermano Otto y la solista de viola Nathalie Bauer-Lechner, Mahler transcurrió cuatro veranos, del 1893 al 1896, en medio del periodo más productivo de su carrera de compositor. Y allí escribió parte de su 'Segunda sinfonía', también conocida como 'Sinfonía de la Resurrección', y toda la 'Tercera'.

En el primer verano que pasó en Steinbach el músico comprendió que necesitaba más tranquilidad que la que ofrecía el apartamento de la pensión donde se alojaban los Mahler y compañía, y consiguió que para el verano siguiente le construyeran una pequeña casita a orillas del lago. Y allí sigue, no sin haber pasado por un largo periodo de decadencia.

La casita tiene seis metros por seis metros, un techo de madera, una puerta de dos batientes y ventanas en las restantes paredes con unas vistas espléndidas sobre el lago. En su interior, un piano, una silla, una mesita, un canapé y poco más ya que el espacio no daba de sí..

Decía el director Bruno Walter que fue su amigo y le visitó en Steinbach que del techo de la casita caían escarabajos, pero allí Mahler permanecía totalmente ajeno a los ruidos de la pensión y de la carretera.

El músico se instalaba en su reducto solitario cada mañana, a las seis. Una hora más tarde le llevaban el desayuno y allí, entre aquellas cuatro paredes abiertas a una naturaleza esplendorosa componía hasta, oficialmente, la hora de comer, al mediodía, aunque en muchas ocasiones no aparecía hasta las tres.

Amaba la naturaleza y siempre buscaba nuevos sonidos de modo que a veces desaparecía para dar un paseo por el campo o a orillas del lago. Cuando regresaba decía que iba a meter "la cosecha en el granero", es decir, a poner sobre la partitura los nuevos, o viejos, sonidos que había captado en su vagabundeo campestre.

La 'Tercera Sinfonía' de Mahler es su obra más larga y tiene una gran complejidad. Es una sinfonía coral que requiere un coro de voces infantiles, otro de mujeres así como una mesosoprano. Originalmente llamó a esta obra 'Eine Sommermorgentraum', 'Un sueño de una mañana de verano'. Visitando el lugar, se comprende que la bautizara así.

Un día de junio de 1896 Mahler le comento a su amiga: "Nunca hubiera creído que podría ponerme el Höllengebirge (la montaña de 1.200 metros que se alza a espaldas del pueblo) en mi bolsillo", y añadió: "Ahora realmente he hecho mío a Steinbach".

Sin embargo, después de aquel verano, la pensión cambió de propietarios y el compositor decidió no volver a la casita en la que tanta música estupenda había escrito ni a aquel pueblo. La pequeña construcción entró en un periodo de deterioro y recibió distintos usos. Fue lavadero, cuarto de aseo e incluso matadero.

En 1985, la International Gustav Mahler Society  la restauró. Hoy la pensión Föttiger es un hotel de cuatro estrellas y en la recepción se puede pedir la llave para visitar la cabaña. El lugar sigue ofreciendo una gran belleza, pero difícilmente hoy Mahler escribiría en la casita. A su alrededor se extiende un camping.