STARDUST MEMORIES

Cosas que pasan en Oregón

RAMÓN DE ESPAÑA

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Mediados los años 90, mi amigaIsabel Coixet decidió financiarse su segundo largometraje,Cosas que nunca te dije, porque no encontró a ningún productor dispuesto a aflojar la mosca. Sí, se ganaba muy bien la vida con la publicidad, pero a ella siempre le había gustado el cine y, a diferencia de la mayoría de sus colegas, no quería ser de esos publicistas que siempre están a punto de rodar una redentora película independiente de bajo presupuesto, pero al final se lo piensan mejor y aceptan la nueva campaña de BMW.

En esa época, yo escribía enEl País y conseguí que me enviasen al rodaje a escribir algo. Ya puestos, una vez allí, le eché una mano aH., el encargado delmaking off -un encantador maníaco depresivo argentino que nos dejó hace unos años en extrañas y tristes circunstancias-, entrevistando ante su cámara a los protagonistas de la película,Andrew McCarthy yLili Taylor, y a quien se prestaba a darme conversación (entre ellos, una jovencísimaLeslie Mann, que aún no protagonizaba los largometrajes de su actual marido,Judd Apatow). Así fue cómo me tiré una semana en St.Helens, poblacho de mala muerte en el estado de Oregón al que había llegado tras un viaje interminable y lleno de transbordos (la avioneta del tramo final, entre Seattle y Portland, me hizo pensar en la que se estrelló en 1959 conBuddy Hollya bordo).

Como ya había leído el guion y me había gustado (e incluso conmovido), fue un gustazo verlo desplegarse en directo, sostenido en gran parte por la estupendaLili Taylor, una actriz que habría merecido mejor suerte y con la que era un placer compartir condumio y conversación al final de la jornada. No puedo decir lo mismo deAndrew McCarthy, un buen chaval, aunque algo aburrido, que intentaba ser tomado en serio y que todo el mundo se olvidara de su participación en las dos entregas deEste muerto está muy vivo; cosa difícil cuando tienes cerca a un viejo cabrón comoSeymour Cassel-Isabel le adoraba por su participación en las películas de John Cassavettes, pero yo no conseguí verle la gracia-, farfullando por lo bajinis que lo que deberías hacer es olvidarte del arte y rodarEste muerto está muy vivo 3.

Como el presupuesto era escaso, el equipo lo componían una pandilla de perdularios, borrachos y drogadictos que, eso sí, cumplieron su cometido con la eficacia de un abogado judío: solo hubo que echar a un chófer que hacía proselitismo de la abstemia por meter mano a cuanta mujer se cruzaba en su camino. Mi favorito eraCharlie Armstrong, elproduction designer, un hippy gordo y jocundo con el que daba gusto rajar y que siempre se refería a mí, desde que oyó mi apellido, comomy friend the aristocrat. Como ayudantes de relumbrón se había traído a su hijoMerlíny a la novia de éste,Heidi, a los que siempre había que comprarles las cervezas porque eran menores de edad.

Pocas veces lo he pasado tan bien como en aquel rodaje más cercano alcarnivaleque al circo Ringling. La película se hizo notar para bien en el festival de Berlín y mi amiga dio inicio a su brillante carrera cinematográfica. De repente, todos los que no se le ponían al teléfono un año antes querían ser amigos suyos. Y es que, como dice la famosa frase hecha, España y los españoles somos así, señora.