mi hermosa lavandería

Misión imposible

Ilustración del artículo de Isabel Coixet en Dominical.

Ilustración del artículo de Isabel Coixet en Dominical. / periodico

ISABEL COIXET

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Conste que lo intento. Cada vez que acudo a esta cita semanal, procuro por todos los medios no hablar de losatropellos que la mitad de la población del planeta sufre solo por haber nacido con elcromosoma equivocado. Pero no hay nada que hacer. Se podrían llenar todos los periódicos de la tierra solo con las noticias de lo que tienen -tenemos- que aguantar las mujeres. ¿Las últimas para indignarse a gusto? Lasviolaciones en la plaza deTahrir: no solo por parte de los representantes del orden (o lo que sea) sino por parte de sus camaradas de protesta. Y no estamos hablando de mujeres que van con las tetas al aire como en losSanfermines (fiesta popular cuyo significado e impacto se me escapan totalmente y que cada año se me antoja más siniestra yabsurda), sino de mujeres que van tapadas como en laEspaña de los 60. También, enEgipto, las pegatinas que algunos comercios ponen al lado de los carteles de ofertas:“Aquí no se acosa”. Claro que en un país donde el83% de las mujeres (según la oenegé Egypt Women's rights) han sufridoacoso sexual, bien es verdad que más vale informar a las clientas de que nadie les va a tocar el culo mientras se prueban un pañuelo.

Al parecer, la cultura del acoso está tan arraigada que los adolescentes sonmarginados si no lo hacen. Una campaña publicitaria está intentando formar a los jóvenes para que cambien el chip y protejan a sus amigas y hermanas. Desde un punto de vista práctico, desearía fervientemente que funcionara, pero ¿cómo de corto es el trecho entreprotección ysumisión? ¿No empezamos mal si lo que predicamos es proteger y no respetar?

EnEstados Unidos, donde el valor de unembrión de tres días es infinitamente superior al de la vida de una mujer adulta, si a una pobre desgraciada le da por suicidarse y está embarazada, más vale que consiga suicidarse del todo, porque, si sobrevive, la meterán en lacárcel por asesinato. En el Estado de Iowa, una mujer ha sidocondenada hasta por caerse por unas escaleras estando embarazada. No sirvió de atenuante que el piso de la escalera estuviera recién fregado. En Iowa, laspatatas y hasta losperros tienen másderechos que las mujeres.

Desde el ataque a Malala, no han cesado de producirse horríficos atentados enAfganistán contra niñas de 8 años cuyo único delito esaprender a leer y escribir. En nombre del Corán y de las doctrinas siniestras que unos asesinos repugnantes se han sacado de la manga, setortura, sedesfigura y se mata a niñas a las que alguien debería hacer un monumento por tener elcoraje de intentar aprender, aun a costa de su integridad física.

Y, para rematar, enChina, a un conocidopromotor inmobiliario no se le ha ocurrido otra cosa para anunciar su nueva promoción de pisos que pintarles a sus empleadas (a las que obliga a ir con vestidos descubiertos) elplano del piso en laespalda. No me hagan decir dónde le tatuaría yo el plano del piso al tipejo ese. Ya les advertí: evitar hablar de estas cosas es, para mí, unamisión imposible. Prometo artículo frívolo y veraniego la semana que viene. Por ejemplo:¿quién le enseñó sintaxis a Rajoy?