La rueda

Favorecer a Catalunya

ENRIC MARÍN

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Ayer mismo este diario destacaba que los varones del PP instanMontoroa no favorecer a Catalunya. Ya he comentado muchas veces que el lenguaje no es neutro. Y que, de hecho, en la lucha por las significaciones se juega la batalla básica de las hegemonías ideológicas. Vamos pues, a la raíz de las significaciones.

El supuesto privilegio que se quiere negar a Catalunya es el beneficio de asumir un déficit superior a la media de las autonomías. Bueno, hacemos abstracción del tema del déficit fiscal y de los incumplimientos sistemáticos en materia de inversiones. Aplicamos también una amnesia franciscana sobre el resto de incumplimientos del Gobierno central. Hacemos abstracción de todo esto y también de que el Estado central ya ha consumido el generoso margen de déficit que él mismo se ha asignado para este año. Es obvio que imponer el déficit draconiano del 1,58% a Catalunya tendrá dos efectos: castigar muy severamente a las clases populares catalanas con nuevos recortes y estrangular las bases del sistema productivo. Castigar y estrangular.

Cuando los barones del PP piden no favorecer Catalunya, lo que realmente piden es que se le castigue. Ni más ni menos. Ayer mismo, el presidente de la Cámara de Comercio, Miquel Valls, anunciaba que en el segundo trimestre la economía catalana ha crecido un 0,1%. Una recuperación que se produce antes de lo previsto por el efecto positivo combinado de las exportaciones y el turismo. A pesar de todas las adversidades, el tejido productivo catalán va recuperando el tono vital. Por ahora, Catalunya es el principal motor económico peninsular. Para recuperar la economía española serían necesarios como mínimo dos motores como Catalunya, y bien engrasados. Tal vez no lo saben, pero los que piden castigar a Catalunya no perjudican sólo las clases populares catalanas. También escupen hacia arriba y dan sólidas razones al soberanismo.