La encrucijada catalana

Autonomía, 'game over'

Hay una mayoría de la población de Catalunya que constata que hay que pasar a otra cosa

ERNEST BENACH

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La partida ha terminado. Ya no hay más recorrido, y tras sortear todos los obstáculos posibles es evidente que la autonomía como concepto político y, al mismo tiempo, comomodus operandi delestablishmentcatalán y español de los últimos 35 años se ha agotado. La última encuesta publicada por EL PERIÓDICO, confirmada por el CEO, más allá de la proyección de escaños, marca tendencias muy claras en este sentido. El mensaje es nítido, hay una mayoría cada vez más clara y evidente que es consciente de que la partida de la autonomía ha terminado y ya no quiere jugar más. Ahora se quiere instalar en la construcción de un nuevo escenario. Por si hacía falta remachar el clavo, el concierto por la libertad en el Camp Nou fue otra prueba de fuerza cívica, energía y motor lo que está pasa en Catalunya.

VAMOS por partes. ¿Por qué pasa todo esto? En primer lugar, no es gratuita la actitud del Gobierno de España y del partido que lo sustenta. Las agresiones permanentes en todos los frentes posibles terminan por producir un efecto contrario al buscado por las mentes pensantes del PP. Laley Wert, las agresiones al catalán en Baleares y Aragón, el insoportable déficit fiscal que cada día crece y, sobre todo, la actitud despectiva del ministroMontoroal respecto, la imposibilidad de hablar en serio del nivel de déficit, la deuda que el Estado tiene con Catalunya (unos 8.000 millones), los déficits crónicos en infraestructuras que sufre Catalunya y la discriminación a la que es sometida en relación a otras comunidades con el escandaloso ejemplo del corredor del Mediterráneo. La lista es mucho más larga.

A todo ello se añade una actitud de incomprensión generalizada de los principales partidos españoles, con la honorable excepción de IU, en relación al ejercicio al derecho a decidir de los catalanes. Semanas atrás incluso tuvimos que escuchar aAlfonso Guerra diciendo que el derecho a decidir no existe, y que en Catalunya quizá el PSOE debería organizarse como tal. Lo cierto es que el círculo de los argumentos se va cerrando. A fuerza de respuestas y reacciones desde Catalunya, cada vez cuesta más oír argumentos desde la política española sobre lo que pasa en Catalunya. El debate sobre las balanzas fiscales, la cohesión y la convivencia en Catalunya, el catalán y la inmersión lingüística, las infraestructuras ya hace tiempo que lo han perdido en Madrid. Todos estos conceptos forman parte del imaginario de la sociedad catalana, y atención que no solo de la política catalana. Estos conceptos los defienden empresarios, maestros, médicos, periodistas, sindicalistas, funcionarios, la gente. Y también la mayoría de los políticos. Y esta es la gran diferencia entre allá y aquí.

El argumento de las Españas, desde allí y de sus fieles representantes aquí, es que Catalunya no puede decidir unilateralmente sobre las fronteras de España. Vamos que desde España se cree que no tenemos derechos aunque una clara mayoría de catalanes piensen que hay que tomar un nuevo rumbo en el país. Y en Catalunya, algunas mentes preclaras representativas delestablishment que hasta ahora han hecho y deshecho como les ha parecido no acaban de entender que el país ya va en otra dirección. Mal que les pese.

Llegados a este punto hay dos factores que se deben tener muy en cuenta. El primero es que la sociedad catalana ha sufrido un cambio radical en los últimos años. Los cambios son globales pero también tienen lecturas locales, y todo va muy deprisa, y de manera muy especial la creación de conciencia en determinados temas. En Catalunya esto se ha visto el Onze de Setembre y en muchos otros escenarios, desde el Liceu hasta el Camp Nou (cuando juega el Barça y cuando se hace un concierto reivindicativo y multitudinario) pasando por la inmensa mayoría de escuelas. El segundo, la voluntad de la gente. Las movilizaciones han sido puntuales pero a la vez contundentes. ¡Llegan más!

SE DAN TODAS las circunstancias para poder afirmar que la etapa autonómica ha acabado definitivamente. Por un lado, el Gobierno español (ahora el PP pero antes el PSOE) no ha tenido voluntad de que esto pudiera funcionar, y poco a poco lo ha ido asfixiando. Pero por el otro lado, porque ya hay una mayoría de la población de Catalunya que constata que esto se ha acabado y que toca hacer otra cosa. El gran reto es acertar en el proceso. Los partidos que están por la labor han de ser extraordinariamente generosos, la sociedad civil no debe dejar de empujar y debe demostrar una responsabilidad extrema y juntos, es decir catalanes y catalanas, debemos tomar conciencia de que somos los protagonistas de una parte de nuestra historia que solo podemos escribir nosotros mismos. El reto es difícil, casi imposible, pero tengo un amigo que recuerda la frase deJean Cocteau: «Y lo consiguieron porque no sabían que era imposible».