Crónicas de un viaje a Narnia

Adrià Gallardo

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Es jueves, Juan acostumbraba hace unos cuantos meses a ir al gimnasio hacia las 7 de la mañana antes de ir a trabajar. Es un hombre al que le gusta hacer deporte, y su figura física lo denota. Todas las mañanas, antes de su entrada a las 9 al supermercado donde trabajaba, cogía su petate deportivo e iba hacia lo que él denominaba como el gym.

Ahora Juan ni entra al supermercado, ni puede ir al gimnasio a las 7 de la mañana. No puede pagárselo, porque hace 3 semanas que se quedó sin trabajo, la gran multinacional había cerrado su factoría en España y ya no le salía rentable tener ninguna tienda en el país, por ello cerró todas las tiendas y despidió a miles de trabajadores. No pensó en personas como Juan.

Juan tiene 55 años, y ha perdido todo tipo de esperanza en conseguir un trabajo por muy sacrificado que sea. Es una persona mayor, que tiene a su cargo a tres familias. Las tres dependían de su sueldo, porque sus tres hijas se habían quedado sin trabajo, y sus maridos también. Y las tres tenían criaturas a las que alimentar.

Juan hace 3 semanas que desistió, pero con el empeño de su familia, consiguieron meterle en una rutina para que no cayese enfermo del dolor de no poder traer alimento a su familia. Consiguieron que fuese a la cola del paro por segunda vez en su vida.

Amaneció, era 28 de junio, las 7 de la mañana. Juan se levantó, pero no para ir al gimnasio, se despertó para ir a firmar el paro. Las oficinas de INEM están en el mismo barrio donde Juan y su familia están instalados, 6 personas en un piso de 60 metros cuadrados. Una de las hijas con su marido y sus dos hijos ha tenido que volver a vivir a casa de sus padres, porque hace dos semanas le cortaron la luz y el agua, sólo les queda el gas, qué inútil sin agua ni luz. Y si fuese poco, hace dos días recibieron una carta de desahucio.

Juan salió a la calle y fue al bar de su amigo Francisco a tomar su típico café con magdalenas y leer la prensa. Acostumbraba a leer siempre 2 periódicos de prensa general y 2 de prensa deportiva. Pero aquél día Juan iba desilusionado, se tomó el café y dejó una magdalena en el plato. Y no leyó ningún periódico, seguía con su furia por la mierda de país en la que estaba metido.

Llegó a la cola del paro. Estaba aburrido, había mucha cola, recordó que tenía una pequeña radio en uno de los bolsillos de su fina chaqueta, se puso un auricular en la oreja y empezó a oír la música de su época, y en el suelo vio como un panfleto golpeaba en su pie derecho, lo cogió y leyó en voz alta "se busca dependiente en supermercado", continuó mirando el papel, se alegró. La multinacional en la que trabajó había vuelto a España, fue corriendo a echar un currículum que siempre llevaba en su carpeta azul, y encontró a un joven con pinta de jefe del nuevo supermercado, se lo entregó diciéndole "por favor, de lo que sea, tengo 3 familias a mi cargo, y a mi mujer dependiente que le han quitado la paga, y un nieto mío que ha tenido que dejar de estudiar porque no le han concedido la beca".

@adria_gallardoadriagallardo.net