El futuro de las ciudades

Urbanismo: modernidad y progresismo

En los últimos años han proliferado en nuestro entorno intervenciones urbanas que son espejismos

JOSEP OLIVA CASAS

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Partimos de la base de que progresismo representa ir adelante en el sentido de mejorar la situación actual y de que la noción de modernidad quiere decir del tiempo presente, lo que implica una puesta al día en relación con la realidad preexistente. En cualquier caso, una y otra representan un avance en la doble dirección de tener en cuenta las innovaciones de todo tipo y una adaptación a las cambiantes circunstancias históricas. En definitiva, significan tener el objetivo de intentar tomar el camino hacia la excelencia. De eso se trata. El punto clave reside en elegir bien cuáles son las verdaderas innovaciones y circunstancias a tener en cuenta, cuáles serán suficientemente sólidas. Si los referentes son débiles se puede caer en la frivolidad de puras modas con fecha de caducidad próxima. Efímeras.

Dicho esto, parece (digo parece) que estas ideas sean patrimonio exclusivo de los partidos de izquierdas, ya que suelen formar parte de su corpus doctrinal, de lo que se jactan repetidamente. El problema aparece cuando, tal vez inconscientemente, se hace un uso perverso de estos dos grandes objetivos y se convierten en falso progresismo y modernidad banal, ya sea porque no hay ideas bastante claras cuando se quieren aplicar a determinados campos o porque se radicalizan en el momento de su implementación. Cuando esto ocurre, las fronteras entre las políticas de izquierdas y de derechas se diluyen, e incluso la realidad puede ser contraria a la apariencia, es decir, que en las intervenciones falte coherencia entre la supuesta ideología de un partido y su política urbana.

Hay que distinguir, sin embargo, qué se entiende por políticas de izquierdas o de derechas en el campo del urbanismo. De entrada, una mayoría podríamos estar de acuerdo en que el progresismo reclama aplicar una política intervencionista frente al liberalismo de las derechas. En segundo lugar, afecta a los modelos de ciudad, y en este punto hay un buen grado de confusión, de manera que se presta a incoherencias por parte de unos y otros. Es en este tema urbanístico donde surgen las dudas y las ambigüedades.

Así pues, debemos ser conscientes de los dos modelos de ciudad que conviven en el mundo occidental, que son radicalmente diferentes, con características casi opuestas. Hago mía la terminología que acuñó el urbanistaChueca Goitiaen su libroBreve historia del urbanismo.La ciudad pública es la clásica mediterránea pero debidamente actualizada con una serie de cuestiones, de las que identifica ocho, entre las que merece destacar la integración del ecologismo y de las tecnologías de la comunicación. Es un modelo de futuro por su calidad urbana y porque se adapta bien a los requerimientos de la sostenibilidad. Encarna los valores que estamos tratando al ser compleja, con valor de uso y protagonismo del espacio público, tiene por norma la continuidad, pero con parques urbanos, mezcla usos, no hay guetos y es policéntrica.

El otro modelo es la ciudad doméstica, que tiene dos procedencias con puntos de confluencia de facto: 1) la ciudad moderna, cuya máxima expresión es la ciudad norteamericana (donde hay cinco honrosas excepciones); y 2) las ideas del movimiento moderno en la vertiente urbanística, especialmente por parte deLe Corbusier.Y en este punto quiero destacar la apreciable diferencia que hay entre arquitectura y urbanismo, que nunca se deben confundir.

Por una parte, una modernidad engañosa nos llegó a través de las imágenes de la ciudad estadounidense en forma de autopistas elevadas, visión de los grandes centros comerciales y también para la exhibición de muchas de arquitecturas aisladas. Por otra parte, la gran necesidad de tener en cuenta el ecologismo debido al desequilibrio que hemos causado a la biosfera hace que aparezcan brotes de radicalismo ecológico que se pueden enfrentar con la lógica urbana, que es la prioritaria en el interior de la ciudad pública.

El caso es que estos últimos años han surgido aquí intervenciones urbanas que son espejismos. ¿Ejemplos? Disolución de la ciudad (Diagonal Mar), acumulación de un uso único (Ciutat de la Justícia, La Roca Village, la Ciudad de las Ciencias y las Artes en Valencia y tal vez eloutletde Viladecans), aplicación de la lógica ecológica en un punto singular de la ciudad (¿Glòries?), semiguetos (22 @), exhibición de arquitecturas pero poca calidad urbana (22 @, plaza de Europa) o paso al vehículo en detrimento del peatón: construyendo escaléxtrics y eliminando paseos (sobre todo en Madrid). Debería aplicarse correctamente la ciudad pública incluyendo el objetivo de rebajar la presencia del vehículo en el espacio público con un plan a medio plazo. La meta: construir el modelo público bien actualizado y sin falsos progresismos ni modernidades banales.