Antología de sandeces políticas

Las tentaciones mesiánicas de José María Aznar 'Primo de Rivera'

El autor duda de la vuelta del expresidente al poder ya que actualmente rebasa los ingresos presidenciales dando solo tres conferencias

José María Aznar y Mariano Rajoy, en octubre del año pasado, en un acto de la fundación FAES.

José María Aznar y Mariano Rajoy, en octubre del año pasado, en un acto de la fundación FAES.

ÁNGEL SÁNCHEZ DE LA FUENTE

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No es cosa de ahora, cuando la situación va de capa caída con la crisis económica. La vocación de mesías imperial que alberga José María Aznar viene de muy lejos. En 1995, meses antes de ser presidente del Gobierno, señalaba: "Veo a España cansada y débil. Uno de nuestros grandes pecados es el debilitamiento de la identidad nacional". Pasado un tiempo de gobernar y obrado el milagro de la multiplicación de la burbuja del ladrillo, pudo exclamar y exclamó: "España va bien."

En el 2000, habiendo logrado la mayoría absoluta, manifestó: "Es el momento de hablar de España sin complejos." Dicho y hecho. El apóstol de la 'España una, grande y libre' decidió poner una pica en Flandes, o sea, en Washington. Basta leer la definición de Pujol, que lo conoció a fondo cuando ambos pactaron en 1996: "Aznar es un castellano del siglo XVI. Tenía grandes ambiciones sobre el papel de España en el mundo. Quizá demasiadas. No es proeuropeo.Solo hay para él una superpotencia: Estados Unidos".

Efectivamente, el hidalgo castellano ("Castilla es la vanguardia, la innovación, el espíritu de aventura y el universalismo", declaró en 1996 a un atónito periodista de 'Libération') inició su acercamiento a la grandeza occidental.

Un cambio en la política de 200 años

Aquel hombrecillo (todavía sin los abdominales a punto) de bigote chaplinesco se permitía el lujo de poner los pies en una mesa del rancho del presidente Bush y de formar parte del tristemente célebre trío de las Azores fotografiado el 15 de marzo del 2003, cinco días antes de decidirse la invasión de Irak con el falso pretexto del arsenal de armas de destrucción masiva. El 22 de febrero, Aznar, sin duda en estado de suma excitación por compartir el papel de vigía de Occidente, le había confesado a Bush: "Lo que estamos haciendo es un cambio muy profundo para España y para los españoles. Estamos cambiando la política que el país había seguido en los últimos 200 años." Nada le importaron las gigantescas manifestaciones contrarias a la guerra y las súplicas pacifistas del Papa. Ajeno al trágico ridículo masivo de que en Irak no hubiera el armamento anunciado, Aznar sacó pecho en enero de 2004 en 'The Washington Post': "Desde 1800, las decisiones de España en política exterior han estado subordinadas a Francia, y eso ahora ya no es así". Había llevado a su España grande a jugar a fondo una baza terrible, pero se aseguraba su futuro aterrizando en los círculos internacionales del pensamiento neoconservador. Véase cómo lo presentó la Universidad de Georgetown de Washington cuando lo fichó de profesor visitante: "Distinguido erudito en la práctica del liderazgo global."

"Más extremista que los funcionarios israelís"

Precisamente, a raíz de una de sus eruditas conferencias, una compañía privada de inteligencia pasó el siguiente informe: "Aznar cree sinceramente que todos los terrorismos son iguales y que nada que no sea una guerra total puede derrotarlos [...] Es un ultra más extremista incluso que los funcionarios israelís."

Y por esos mundos de Dios ha ido derramando sus ideas:

-- "El problema de Al Qaeda en España empezó en el siglo VIII". (Washington, septiembre del 2004)

-- "La izquierda es una fuerza reaccionaria, ciega a la realidad y encerrada en sí misma". (Roma, marzo del 2006)

-- "Yo creo en Occidente. No hay ninguna alternativa mejor. No quiero ser protegido por los chinos, ni controlado por los rusos ni dominado por el islam. Yo creo que Israel es parte de Occidente". (Herzliya, Israel, enero del 2008)

-- "No oigo a ningún musulmán que me pida perdón por conquistar España y estar allí ocho siglos". (Washington, septiembre de del 2010)

-- "Una alianza de progresistas, buenistas y eternos adolescentes nunca dará lugar a una sociedad capaz de garantizar la seguridad y el ejercicio de la libertad". (Nueva York, marzo del 2011)

"No se es español a tiempo parcial"

Nadie que no fuera Aznar podía haber imaginado el triunfal 'destino en lo universal' que le esperaba cuando a los 16 años quedó prendado del fundador de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera. Su juvenil corazón latió con tanta fuerza que estaba decidido a "vivir en sacrificio, austeridad y peligro constante" y abrazar "una vida de monje y soldado". Con los años, el ardor del guerrero fue atemperándose, aunque conservó para siempre la esencia del nacionalismo joseantoniano de la Patria con mayúsculas. En su libro 'Cartas a un joven español', editado en 2007, Aznar escribe: "No se es español por horas o a tiempo parcial [...] El ser español lo impregna todo; así de poderosa es nuestra nación." En sus 'Memorias I' (2012),este españolismo exacerbado y soñador se refleja en la anécdota que explica sobre una charla que el presidente Chirac mantuvo con los Reyes en el Elíseo: "Durante la conversación, salió mi nombre a colación y Chirac le dijo a don Juan Carlos: 'Ah, mi amigo José María... A mi amigo José María solo le preocupan tres cosas: la primera, España; la segunda, España; y la tercera, España'. El Rey me contó la anécdota con emoción y a mí me emocionó que me la contase, porque lo que dijo el presidente francés era verdad".

Los vientos revanchistas de la democracia

El problema de Aznar es que quisiera una España única, sin "tendencias gravemente disolventes agazapadas en el término nacionalidades" que reza en la Constitución de la que en 1979 recelaba ("la abstención puede estar justificada, incluso en el caso de una abstención beligerante como en el pasado referéndum constitucional"). Aquel Aznar de 1979 se resistía a los vientos democráticos que él calificaba de revanchistas: "Vientos de revancha en los ayuntamientos [...] El de Guernica aprueba por unanimidad retirar la medalla de la villa al anterior jefe del Estado, que, aunque moleste a muchos, gobernó durante 40 años y se llamaba Francisco Franco. Como aún les parecía poco, deciden exigir responsabilidades al Gobierno alemán por el bombardeo de 1937". Aquel Aznar, sí, no paraba de lamentarse: "En Coslada [provincia de Madrid], las calles dedicadas a Franco y a José Antonio lo estarán a partir de ahora a la Constitución. En Valencia, la plaza del Caudillo pasará a llamarse del 'País Valenciano'. Y no hemos hecho más que empezar."

Desde entonces hasta ahora, los eternos contenciosos vasco y catalán han seguido sin resolverse. Si en 1993 Aznar advirtió de que "los nacionalismos suponen un obstáculo para la democracia pluralista y están llamados a desaparecer," tres años más tarde pactó con CiU y con el PNV (Arzalluz llegó a decir: "He conseguido más en 14 días con Aznar que en 13 años con Felipe González"). Mientras convino, la ideología cedió el paso al posibilismo (fue la época del catalán en la intimidad y de los mítines en que Aznar sorprendía diciendo en Andalucía aquello de "hoy vengo a hablaros bien de los catalanes").

"Quizá tendría que volver"

Lo que ocurrió años después --sobre todo a raíz de la mayoría absoluta 'pepera' del 2000 al 2004-- se ha de interpretar en clave de una creciente desafección, sobre todo de Catalunya, que, en boca de Aznar, "corre riesgos serios de balcanización". Y es en este contexto en donde hay que situar la tentación mesiánica aznarista. "Podéis contar conmigo --dijo en enero de 2011 en una convención del PP celebrada en Sevilla-- [...] en la gran tarea de sacar a España del paro, del retroceso social y del deterioro institucional". Entonces gobernaba Zapatero. Pero el pasado día 21, en Antena 3, confirmó implícitamente lo que en el 2007 le confesó al entonces embajador de EEUU en Madrid, Eduardo Aguirre: "Si veo que España está realmente desesperada, quizá tendría que volver a la política nacional."

¿Sucumbirá a la tentación? Lo más probable es que no. Desde que está lejos de la Moncloa, se ha convertido en un próspero 'líder global' con muy sustanciosos ingresos por su papel de consejero y asesor de empresas como News Corporation, Doheny Global Grup, Global Adaptation Institute, Piper Rudnik, JER Partners y Endesa. Y también como autor de libros, articulista y conferenciante. Del dinero que obtiene por esta faceta intelectual se cuida la empresa Famaztella (acrónimo de Familia Aznar Botella), que solo en dos años ganó más de un millón de euros. Si el sueldo actual del presidente del Gobierno español es de 78.000 euros anuales, Aznar lo rebasa dando tres conferencias. Tendría que ser irremediable la tentación de salvar a España para que claudicase el Aznar sexagenario millonario en que se ha convertido aquel quinceañero 'monje y soldado'.

<strong>La Lamentable</strong>