Análisis

Gente nada corriente

BERNAT GASULLA

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Pocas veces uno se ha sentido tan reconfortado con esta baqueteada profesión como cuando, el pasado lunes, un centenar de entrevistados en la contraportada de EL PERIÓDICO acudieron a la invitación que este diario les trasladó para conmemorar el millar degentes corrientes. Obviamente, el éxito de la convocatoria animó a todos, pero hubo otra cosa aún más estimulante. Los periodistas, pese a la inmediatez en elfeed backque obtenemos con las redes sociales y las tecnologías de la información, rara vez tenemos ocasión de que las personas de las que hablamos nos sonrían, nos acaricien, nos besen, nos den las gracias... ¿Nuestro mérito? Compartir sus vidas con el resto de lectores. O sea, ninguno. Bueno, solo uno. Haber tenido la ocurrencia.

Olvidemos por un momento el nombre de la sección:Gente corriente. Intentemos recrear ese momento, hace unos tres años, en el que el director del diario,Enric Hernàndez, comenzó a trasladar a su equipo la necesidad de llevar a la entrevista de la contraportada a personas normales, fuera del circuito regulado por los gabinetes de relaciones públicas de escritores que presentan libro, políticos con necesidad de figurar, empresarios que venden su producto o su imagen, gurús de la autoayuda... La crisis económica ya había enseñado sus garras pero aún nos guardaba los peores zarpazos.

Era una vuelta de tuerca más en la recuperación de una de las esencias del periodismo que nunca se tendrían que haber arrinconado y que redacciones como la nuestra no paran de plantearse para reenganchar a los lectores. El interés humano de la historia. Objetivo tan socorrido como maltratado, no solo en la prensa española. El pensador, escritor y agitadorOwen Jones, una especie deAlberto Garzónbritánico, lamenta en su último libro,Chavs, la demonización de la clase obrera, que la prensa del Reino Unido se fije solo en las clases altas y medias altas y desprecie a todo aquel que no esté en la elite, social, económica y política. No se habla de «la gente corriente», lamenta.

No había muchas referencias en las que apoyar la nueva sección. Planeaba el miedo a quedarse sin tema. Elhorror vacuique supone abordar a alguien desconocido para que explique algo, no se sabe bien qué. Y aquí saltó lo inesperado. La persona más aparentemente anodina, gris, corriente y ordinaria, oculta una historia, un sueño, un proyecto... Abriga una historia extraordinaria, para nada corriente.

Pero sería injusto decir que el milagro se produce por generación espontánea. El tesoro requiere un buscador, un alquimista que encuentre el oro en el material aparentemente poco precioso. Esa sensibilidad, cariño, intuición y dedicación tienen nombre y apellidos. Los de los periodistas que firman cada semana los gentes corrientes (Olga Merino, Mauricio Bernal, Gemma Tramullas,Catalina GayàyNúria Navarro) y los de muchos otros que se han asomado esporádicamente en la contraportada de este diario,