La rueda

Junqueras, el extraordinario hombre normal

JAUME BADIA

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La sensación de reiteración tediosa hace cada día un poco más inútil el esfuerzo de acercar la mirada a lo que se dice que pasa en el charco de la política catalana. La cantidad de tinta que ha merecido la entrevista queRajoyyMasmantuvieron hace unos días, es una metáfora más del estadio estratosférico donde reside el club de diputados, periodistas y tertulianos. Los detalles formales son los que adquieren importancia: saber siHoms oSorayamintieron; cuánto hacía que lo sabían cuando decían que no sabían ni si habría reunión y, sobre todo, si el líder de Esquerra lo ha tomado como una infidelidad que perdonará aMaso le hará pagar en la primera ocasión para, de este modo, subir un escalón más en la espiral del despropósito... El circo político necesita esta morbosa colección de detalles instrumentales para llenar horas y horas de ruidoso adocenamiento.

Y en medio de este Cafarnaún aparece, impertérrito,Oriol Junqueras: el extraordinario hombre normal que quiere la independencia. Como un prestidigitador, ha conseguido que todo el mundo acepte con naturalidad que ERC nade-hacia la consulta-y guarde la ropa-negándose a entrar en el Govern. No quiere gobernar una comunidad autónoma en la agonía; sino un nuevo Estado de Europa. Y como el camino para llegar pasa por la independenciaJunquerasyMarta Rovirano se salen del guión: todos los caminos llevan al derecho a decidir y si se puede atajar, mejor. En la entrevista del domingo enEL PERIÓDICO,Junqueras dice, hasta cinco veces, que lo que hace falta es poner «el futuro de Catalunya en manos de los catalanes». Es la letra que corresponde a la melodía coral del 11-S. Muchos lo acusan de seguir instalado en aquella tarde de sueño y cada día más lejos de la realidad. PeroJunqueras sabe que, por el camino de siempre, no llegará donde él quiere ir.