Los problemas de un sector básico

Soluciones para una crisis

El turismo rural tiene que mejorar la utilización de internet, que es imprescindible pero puede salir cara

RAIMON MARTÍNEZ FRAILE

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La diferencia entre la industria turística y otros sectores económicos es que en el primer caso es posible buscar soluciones para salir de la crisis porque el cliente potencial continua existiendo. El crecimiento del turismo internacional que nos visita va a ser pequeño pero nuestro problema es el grave decremento del turismo interior. Esa caída golpea en especial al turismo rural y ello comporta unos graves prejuicios no solo económicos, sino también sociales y de desequilibrio territorial.

Durante los últimos años, el turismo rural ha tenido un crecimiento significativo. Los planteamientos que se hacen desde algunos entes promocionales para introducir nuestra oferta en los circuitos del turismo internacional son en balde porque difícilmente conseguiremos que esos aportes sirvan para salvar de las crisis al turismo rural.

Se trata de un alojamiento que en si mismo integra la condición de producto porque en principio se basa en transformar un atractivo existente fruto de la naturaleza, la historia o la creatividad humana en una experiencia nueva a la que el alojamiento rural convierte en un producto con posibilidad de conocimiento y disfrute.

En este momento crítico, la caída del turismo rural puede ser un drama. Primero porque pone en peligro casi 40.000 empleos. Segundo porque en la mayor parte de los casos esta actividad es complementaria de otras del sector primario, ya sean agrícolas o ganaderas y, por lo tanto, permiten una acumulación de capital aunque sea pequeña y una seguridad económica de futuro. Y en tercer lugar porque fija personas en territorios que de lo contrario se desertizarían dejando fuera del mercado recursos que son capaces de generar riqueza social -puestos de trabajo- además de económica.

No todo se ha hecho bien en estos años y en lugar de imitar aquellos países de Europa donde el turismo rural tiene más arraigo, nos hemos puesto a descubrir la sopa de ajo y el Mediterráneo. Uno de los motivos complementarios, que no esencial, de la caída del turismo rural han sido los sistemas de comercialización que han drenado en muchos casos los beneficios por haber creado una extensísima red de páginas web. El problema es que una vez creada la página (y pagada) nadie explicaba que había que mantenerla y que era necesario no solo amortizar el coste de la creación sino que debían calcular también el mantenimiento y la puesta a punto semanal y, sobre todo, el sistema de posicionamiento en los buscadores: tener una web en la página 38.560 de las ofertas de casa rural de cualquier autonomía equivale a no tener nada excepto la obligación de pagar cada mes una cuota. Esto ha llevado a acumular unos costes que han impedido acumular capital durante las vacas gordas para sobrevivir en las actuales circunstancias de vacas flacas.

¿Y cuál es la solución? Como siempre, trabajar e invertir en lugar de gastar. Partiendo de que las nuevas tecnologías de comunicación son imprescindibles para el desarrollo de nuestro producto y necesaria por tanto su utilización, hay que poner cada cosa en su sitio. Las tres preguntas de oro deben contestarse antes de plantear el proyecto de recuperación. En primer lugar, definir con claridad qué vendemos y saber delimitar cuál es nuestra oferta de experiencia y de calidad. Después, saber cómo vamos a ofertar nuestro producto. ¿Qué coste tiene la visibilidad en la red para una comarca concreta que tenga una oferta de 2.000 camas de 250 establecimientos? ¿Qué coste tiene una política de comercialización dirigida a los colegios profesionales de todas las capitales de provincia de España, por ejemplo, planteada mancomunadamente por el conjunto de la oferta de la comarca y no por «mi casa rural» y ofertada en base al análisis de los picos y los valles de las ocupaciones de la zona y presentada directamente a los responsables de las actividades de ocio de esos colegios? Analizados los costes, tomaremos la decisión de qué inversión realizar.

Pero eso quiere decir tres cosas:

1- Establecer una cooperación y asociación de las casas rurales por su ubicación o afinidad y cercanía del producto que ofrecemos.

2- Coger la maleta y salir a vender directamente a nuestro público objetivo una vez analizadas las características del cliente.

3- Establecer un plan a medio y largo plazo territorializando los objetivos e iniciar una expansión controlada. Ir creando coronas de expansión sin atacar la siguiente mientras no se hayan obtenidos resultados positivos de la inversión en la corona anterior.

Y reduciendo los márgenes de beneficio para transformarlos solo en equilibrio presupuestario para pasar la tormenta y esperando que lleguen los brotes verdes que seguro que algún día volverán.