El turno

¿Qué carajo aplaudían, señorías?

DAVID
ESPINÓS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El miércoles pasado la clase política dio un paso más en su descrédito. Rajoyexplicó a medias los enésimos recortes del Gobierno (el resto hubo que buscarlos en el BOE). Unos recortes que envían a muchos ciudadanos al «matadero». La respuesta de la mayoría de diputados del PP fue aplaudir con entusiasmo. ¿Sumisión, cinismo, delirio, pasotismo, cachondeo, alegría? Seguramente un poco de todo. Dio la sensación de que sentían auténtico placer sacrificando a los ciudadanos a los que tanta felicidad les prometieron en campaña. Que el Gobierno comunica de pena es un hecho evidente. Básicamente porque oculta y miente con premeditación, alevosía y letra pequeña. Con las medidas adoptadas se puede estar de acuerdo o no. Lo que resulta impresentable es que diputados, que en ningún caso van a pasar penurias con los recortes, se pongan a aplaudir la subida del IVA, el IRPF.

Se ríen en la cara de los ciudadanos. Y se quedan tan anchos. Y la fractura entre ciudadanos y política aumenta sin parar. ¿Lo peor? Que a los políticos no les importa nada su descrédito. Están en su mundo de luz y de color mientras que el pueblo ya vive en blanco y negro. La diputada del PPAndrea Fabraademás soltó un «¡que se jodan!» Luego dijo que sus palabras no eran correctas, pero que no pensaba dimitir. Era poco trascendente lo que pensase, porqueRajoyla debería haber cesado de inmediato. Pero apenas ha recibido críticas. Los primeros que deben censurar los aplausos y los insultos son los primeros en validarlos. No hay autocrítica, ni disculpas, ni sanciones ejemplares contra las salidas de tono. Mal camino para recuperar la confianza. La situación cada día es más tensa y quienes deberían poner sentido común para serenar los ánimos son los que más gasolina echan al fuego. Luego serán los primeros en criminalizar a los que protesten. O no entienden nada o, algo mucho peor, están dispuestos a que todo arda.