El islam y Occidente

Entre Toulouse y Terrassa

La masacre de Merah y la imputación de un imán alimentan los discursos que legitiman la xenofobia

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XAVIER RIUS SANT

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La coincidencia de los asesinatos perpetrados porMohamed Merahcontra ciudadanos judíos y musulmanes en Toulouse y sus alrededores y la imputación judicial del imán de Terrassa,Abdeslam Laaroussi --por realizar sermones aconsejando pegar a las mujeres si se desvían de lo que él considera el camino correcto, manifestando además su inferioridad ante el hombre y la necesidad de evitar que la mujer trabaje fuera de casa--, ha vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre la compatibilidad del islam con los valores democráticos. Han aparecido de nuevo opiniones que sin medias tintas culpan de los hechos al supuesto buenismo de las administraciones con la inmigración, convierten en presuntos sospechosos a los ciudadanos de origen magrebí y legitiman una islamofobia que, lejos de ayudar a solucionar los problemas de encaje cultural y precariedad que existen, solo benefician políticamente a quienes hacen de la xenofobia la base de su discurso electoral, y a aquellos que desde las propias colectividades de inmigrantes se oponen a la interculturalidad.

LA MANERA de actuar deMohamed Merah, con su planificación, frialdad, meticulosidad y falta de remordimientos, recuerda la deAnders Behring Breivik,autor de la masacre de Utoya y Oslo. La clase política y la sociedad noruegas reaccionaron unidas deslegitimando los argumentos deBreivik sobre el islam, defendiendo la esencia constitucional de la libertad religiosa en general y del islam en particular, y reafirmando la pertenencia de los inmigrantes a la sociedad local.

En el caso de Francia, a un mes de las elecciones presidenciales,Nicolas Sarkozy, ante unos crímenes que han segado la vida por igual de ciudadanos franceses judíos y musulmanes, ha realizado diversos gestos explícitos e implícitos, dando la razón a quienes desean convertir en sospechosos a los inmigrantes musulmanes. Así, ha hecho propuestas de difícil aplicación y de dudosa efectividad, como incluir en el Código Penal la consulta de ciertas webs o los viajes a ciertos países, asumiendo un lenguaje de sospecha más propio de la candidata del xenófobo Frente Nacional, ahora liderado por la más modernaMarine Le Pen.Un tono con tintes xenófobos que ya usó en verano del 2010 con sus propuestas inaplicables de expulsión de gitanos. Y está por ver si el anuncio de estas medidas le beneficiará electoralmente frente al socialista François Hollandeo si, por contra, legitimará el discurso de Le Pen a quien, de alguna manera, Sarkozy está dando la razón.

Y es que, una vez más, cuando se lanzan mensajes de sospecha y se critica a quienes dudan de sus propuestas, como ha hecho Sarkozy con la izquierda a la que tacha de blanda, se está olvidando que el 95% de las víctimas que ha causado Al Qaeda en los últimos diez años son musulmanes, como también lo son, volviendo al debate generado en Catalunya por el imán, los principales perjudicados por sus prédicas..

El islam padece una dificultad institucional para adaptarse a los descubrimientos de la ciencia del último siglo, los avances sociales universales y la sustantividad de los derechos humanos porque, desde 1924, carece de la figura del Califa de la comunidad de creyentes, antes encarnada por el sultán de Estambul. Cuando la Turquía moderna deAtatürk abolió la figura del Califa, los musulmanes del mundo entero quedaron huérfanos de su cabeza visible que reinterpretara el Corán, como se hizo con el Antiguo Testamento. Reinterpretación que sí han hecho algunos países musulmanes sus propias leyes y constituciones.

Evidentemente, la mayoría de países islámicos tienen carencias a la hora de reconocer la libertad religiosa, sobre todo la de los nacidos musulmanes para dejar de serlo. Pero si comparamos la ley de la imperfecta democracia marroquí con lo que predica el imán de Terrassa, natural de Marruecos, sus palabras van en contra no solo del Código Penal marroquí, que prohíbe castigar a las mujeres, sino del Código de Familia o Mudawana del 2003. Un texto que equiparó en derechos y deberes a hombres y mujeres, en un país donde en las ciudades gran parte de ellas trabajan, algo que no gusta al imán de Terrassa. Y donde muchos admiten que han dejado de creer en Alá, mientras la mayoría aún cree: unos, relativizando sus preceptos; otros, siguiéndolos al pie de la letra.

ES CIERTO que en lasbanlieus francesas y en barrios de Terrassa, Mataró o Salt se mezclan situaciones sociales complejas con los problemas de identidad de muchos hijos de inmigrantes. Pero lo que ocurre en Terrassa y en otros lugares es que hay imanes que quieren imponer aquí a las mujeres unas costumbres que ya no cumplen en las ciudades marroquís. Y, ante esta disyuntiva, todos los discursos islamófobos, sean en contra de las palabras del imán, sean como respuesta al terrorismo deMerah, lo que generan es que las comunidades se cierren y que se refuerce el papel de guardianes como el imán de Terrassa, por lo que van en contra de la irreversible interculturalidad de ciudadanos iguales en derechos y obligaciones.