Gente corriente

María José Carneros: «¿Cómo podía ser artista una madre de familia?»

Una Venus doméstica. Esta fotógrafa 'de andar por casa' se autorretrata con bayeta y estropajo.

María José Carneros

María José Carneros

GEMMA TRAMULLAS

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La asfixia, la angustia y la rabia que puede llegar a sentir una mujer cuyo potencial creativo languidece entre las paredes de un hogar con niños, platos sucios y montañas de ropa sin doblar no es distinta hoy de la que sentían las artistas en tiempos de Jane Austen (Orgullo y prejuicio, 1813). María José es de las que logran transformar la cárcel doméstica en una fuente de creatividad. Su autorretrato como una Venus rodeada de productos de limpieza es una de las piezas de la muestraFem Artde Ca la Dona, que se expone en el Centre Francesca Bonnemaison.

-Su fotografía me suena.

-Es una revisión del famoso cuadroOlympia, que Manet pintó en 1863. Aquel desnudo provocó un escándalo; se supone que Manet fue muy rompedor, pero a mí me parece la misma visión sexual y machista de la mujer de siempre. ¿La mujer siempre tiene que ser una Venus divina y sexual? ¿Por qué no puede ser más normalita, una mujer de la calle?

-Y va usted y convierte a Olympia, la prostituta de Manet, en un ama de casa obsesionada por la limpieza. El título original le iba de perlas.

-Sí, queda como un juego: le quitas la O y queda Limpia.

-El arte entró tarde en su vida.

-Soy de un pueblo del interior de Málaga, mi familia emigró en 1973 y vinimos a vivir a Ciutat Cooperativa, un barrio de bloques baratos de Sant Boi. Siempre he dibujado y me quedaba boquiabierta ante algunos cuadros, pero no tenía estudios superiores y no tenía expectativas, no sentía que la mujer pudiera hacer otra cosa que tener hijos y estar en casa.

-Pero el gusanillo del arte lo tenía.

-Me gustaba, pero lo veía como algo muy lejano. Hasta que me quedé en el paro y surgió la oportunidad de estudiar algo que me gustara. La universidad me abrió los ojos, me amplió los límites, dejé de ser una mujer sin expectativas.

-Entró en Bellas Artes a los 37 años.

-Ya tenía dos hijos de 3 y 8 años y me veía como una señora entre veinteañeros. Me atraía el perfil bohemio y anárquico del artista, pero ¿cómo podía ser artista una madre de familia? Veía que los otros alumnos salían con la cámara a cualquier hora y a cualquier sitio, pero yo tenía que quedarme en casa con los niños. ¡Quería estar con mis hijos pero también quería salir a hacer fotos! Aquello me creaba mucha angustia.

-¿Y cómo lo resolvió?

-Llevando la fotografía a mi terreno. Pensé: «Si no puedo salir yo a hacer fotos, las haré aquí en casa, haré cosas mías». Las fotos siempre giraban alrededor de la mujer encerrada en casa, que no puede hacer lo que quiere, que está atrapada en el ambiente doméstico y obsesionada con la limpieza. Y como este era mi problema y era yo quien tenía que expresarlo, me puse a hacer autorretratos.

-Se supone que las mujeres habíamos superado la etapa doméstica.

-Pues no. Es más, nos han engañado, porque ahora tenemos más trabajo y estamos más angustiadas. Queremos ser libres, pero tenemos que hacer más trabajo, el que hacen ellos y el que ya hacíamos antes. Quieres ser supermujer y no se puede. Yo me he relajado muchísimo después deOlimpia. Antes siempre tenía la casa limpia y ordenada, pero ahora hago lo mínimo para no ser una cochina.

-Pasó de tener la casa como los chorros del oro a convertirla en un estudio de fotografía.

-Cada vez que hacía una foto era un caos. Tenía que retirar los muebles y los cuadros para podar usar una pared como fondo. Se me ocurrían ideas a medianoche, mientras preparaba el bocadillo de los niños (porque me levantaba a las 6 de la mañana para ir a la facultad y tenía que dejarlos hechos), mientras doblaba la ropa o limpiaba los cristales. Los domingos también pintaba en la cocina y la ponía patas arriba.

-¿Y no le pidieron el divorcio?

-Nooo. Mi marido me apoya muchísimo, siempre me anima y se presta a todo. La foto deOlimpia la hice con mi hijo hace dos años. Él tenía 13 y lo tuve toda una tarde sacando fotos, hasta que salió la que me gustaba. El pobre estaba agotado.

-¿Qué le dijeron sus compañeros de facultad cuando vieron sus fotos?

-Me daba vergüenza enseñarlas porque era todo muy casero. Ellos salían a la calle y podían hacer cosas más interesantes. Yo pensaba que lo mío no tenía glamur, pero les gustaron.

-¿Ahora ya se ve como artista?

-Ni me lo planteo. Soy profesora de instituto y la fotografía no me la paga nadie, lo hago porque me divierte y porque me dejo llevar. Cuando necesito hacer fotos, las hago, y cuando no, no.