Dos miradas

Comer sin sal

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Hace 50 años que el granErnest murió, y déjenme que lo cite como homenaje y para que nos ayude a entender un poco más cómo es el trabajo del escritor o, al menos, cómo lo entendía él. «El mueble más importante en mi estudio es la papelera». Es decir: hay que destruir mucho, hay que romper muchas páginas, para poder llegar a la página. Hoy,Hemingwayquizá debería hablar de teclas y citar ladeletepara que nos hiciéramos una idea de lo que quería decir, pero viene a ser lo mismo. Retocar, rehacer, volver a empezar, pulir, rebajar, acortar. La papelera está en el centro del estudio. Hay escritores que se obstinan de tal modo con la idea que no dan por buena una obra ni siquiera en el momento crítico de la publicación. Se avienen a editarla, pero conservan el derecho a volver a ella, a hacer una versión definitiva. ¿Definitiva? Nunca. Siempre hay un cepillo listo para matizar, para aclarar el material sobrante.

Umberto Ecotambién debe de pensar lo mismo. Es un experto semiólogo que sabe que los escritores funcionan así. Llegar al mínimo para decir lo máximo. Ahora, sin embargo, ha reescritoEl nombre de la rosa con otros objetivos. Dice que la acorta -con fragmentos más ágiles y con lenguaje más fresco- para «hacerla accesible a los nuevos lectores». Son tiempos de yogures bajos en calorías y de comidas dietéticas y sin sal. Y yo que creía que acortar significaba hacer más intenso el sabor.