El futuro de la izquierda

El PSC necesita renovarse

Los socialistas catalanes deben cambiar de líderes y de forma de proceder y no actuar por puro tacticismo

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ÀLEX Masllorens

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El PSC obtuvo un pésimo resultado en las elecciones municipales del mes pasado. Este hecho incontrovertible se puede disimular con cualquier excusa o poniendo de manifiesto que en algunos lugares concretos obtuvo buenos resultados. Pero la contundencia de la derrota fue de tal magnitud que cualquier matiz parecería una burda maniobra de distracción. Hubo honrosas excepciones que demuestran el arraigo del partido en algunos pueblos y ciudades o bien el buen trabajo de algunos alcaldes y alcaldesas. La cuestión de fondo es, de todas formas, si se prefiere obviar la realidad e ir llenando al enfermo de cataplasmas para distraerlo de la atención sobre su mal o bien se afronta el problema y se empiezan a tomar las medidas drásticas que la gravedad de la situación reclama. Llevamos dos tropiezos seguidos, y los dos de una dimensión considerable. Mientras tanto, parece que todo el mundo vaya mirando hacia otra parte, como si las dimisiones o la renovación («que se renueven ellos», diría Unamuno) no fueran con ellos. Hay quien, después de haber negado durante meses la evidencia que ya señalaban todas las encuestas, incluso pretende ahora transformar la derrota en una victoria relativa y se propone como alternativa de futuro.

La crisis del socialismo catalán y español no me parece que responda solo a la mala suerte de haber estado al frente de los gobiernos (estatal, catalán o locales) en el peor momento. De hecho, en otros países europeos la izquierda casi ha desaparecido del mapa sin ni siquiera tener responsabilidades de gobierno. Los tiempos son extraños y resultan difíciles de interpretar muchas reacciones y decisiones de la ciudadanía, pero tenemos que reconocer que los mensajes que han mandado los partidos socialistas a su electorado tampoco eran fáciles de entender. Por responsabilidad -hemos subrayado, pero de forma excesivamente acrítica- se han interiorizado los dictados de los mercados y de los poderes financieros y se han adoptado con sumisión medidas antisociales que nunca habríamos aceptado de la derecha más ultraliberal. En el momento decisivo, hemos ignorado las mejores tradiciones de la socialdemocracia europea. Para aumentar el desaliento, solo nos ha faltado descubrir con estupefacción y tristeza que varios dictadores de países árabes, cuyas revoluciones mirábamos con tanta simpatía, eran miembros de la Internacional Socialista.

En Catalunya tenemos, además, algunos problemas propios. A menudo damos la culpa de la falta de resolución en la profundización democrática y el autogobierno al hecho de que haya tan pocos federalistas en España, y tan poco convencidos. Pero a la hora de la verdad, a la hora de marcar la diferencia y de hacerse valer ante los socios federados, ¿qué hace el PSC en Madrid? A menudo se quieren reducir los problemas de las relaciones con el PSOE al hecho de tener o no un grupo parlamentario propio en el Congreso; a mí me parece que esta medida, que no es menor, no resolvería lo más importante: determinar si el PSC tiene una opción propia y diferenciada del PSOE y si está dispuesto a hacer valer su fuerza. No se trata de si se cae o no en las trampas puramente tacticistas y coyunturales de otros grupos catalanes, que saben sacar un rédito fácil de las dudas existenciales del PSC, sino que los socialistas catalanes exijamos de una vez, con toda contundencia, el peso que nos corresponde en el conjunto de la izquierda española. El PSC ha tenido que conformarse tradicionalmente con las migajas del poder cuando ha habido ocasión de gobernar en España, y encima lo ha hecho poniendo buena cara. El apoyo al PSOE tiene que valer, como mínimo, en la misma proporción que los votos que se aportan y la gobernabilidad que se hace posible. Y si esta visión parece excesivamente mercantilista, más vale esto que el desprecio que ha habido que aguantar tan a menudo de los «compañeros socialistas».

En el momento actual hace falta una renovación a fondo de personas y de maneras de proceder y actuar, hay que tener las ideas más claras y no actuar por puro tacticismo, escuchar más a la ciudadanía, estar más cerca de los movimientos sociales, dialogar de tú a tú y convencer a la gente de que la política es una actividad digna e imprescindible, hay que buscar complicidades con la juventud desencantada, con los sectores tradicionalmente progresistas y con el catalanismo integrador. Reivindicar, en definitiva, los viejos valores de la libertad, la igualdad y la solidaridad y el europeísmo convencido. Ante las tentaciones populistas y las propuestas de soluciones demasiado simplistas para resolver los problemas complejos de nuestro tiempo, la apuesta del PSC tiene que ser por más política y nunca menos. Es el momento de la renovación, de dejar paso a personas con reconocimiento social, con experiencia vital, valientes, decididas, creíbles, con ideas y valores claros y capacidad para escuchar y dialogar y para contagiar ilusión y esperanza en un futuro que puede ser mejor si la izquierda no renuncia a aportar sus valores. Periodista y exdiputado del grupo

Socialistes-Ciutadans pel Canvi.