Las repercusiones de la crisis económica

España como problema

Detrás de la modernidad 'neocon' se modela un rostro neocentralista y una retórica neocaciquil

España como problema_MEDIA_2

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XAVIER Bru de Sala

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No hace falta que les recuerde la frase más importante deOrtegay quizá de todo el siglo XX peninsular: «España es el problema, Europa la solución». Era imposible sintetizar mejor el diagnóstico y señalar mejor el camino para salir del estado secular de postración. Radiografía realista y programa de futuro. Después de haberse resistido durante el franquismo, y haber pagado por ello un largo retraso, la transición forjó el consenso proeuropeo. La solución estaba cerca.

Con la entrada en el siglo XXI, España lo tenía todo resuelto. El problema había dejado de existir. El milagro estaba certificado. De la pobreza a la riqueza, de la vergüenza al orgullo en menos de un cuarto de siglo. Íbamos tan bien que volvíamos a ser una potencia, con peso en el panorama internacional.

No se trata de poner en cuestión, sino de reconocer y aplaudir, el magnífico cambio en positivo que ha hecho España. Hemos vivido los mejores 30 años de la historia de España. Los mejores 30 en siglos. El error, el gran error de España es que se paró a media ascensión con el convencimiento de que ya había llegado a la cumbre. Por eso cuesta de digerir que hayamos pasado de cisne a patito feo, de pregonar la construcción europea desde España, e incluso proponer una España atlántica distanciada de Europa, a ser el principal problema de Europa. En vez de aceptar el lugar que le correspondía con modestia, la rana se proclamó princesa antes de tiempo. Para los más temerarios, incluso reina. Por eso hemos tenido que transitar del ensueño a la pesadilla. La acampada de la Puerta del Sol trasluce un estado de ánimo colectivo: hay millones de españoles indignados porque se descubren, no tan sólo huérfanos, sino moral y económicamente estafados por los políticos que se proclamaban padres protectores del bienestar.

El dinero europeo ha regado el suelo hispánico como en otro tiempo el oro de América. Ahora se acabó. Encima, hay que devolver los préstamos.Felipe IIquebró; ahora ni nos dejan ni podemos permitírnoslo. De la primerísima a la penúltima fila. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí mientras íbamos tan allá? Silencio. En España es imposible preguntarse sobre las malas perspectivas. Está muy mal visto constatar que en lugar de converger, divergemos, que no atrapamos a la Europa rica. Todas las medidas tomadas y las que se tomarán recortan el Estado del bienestar y retrasan la recuperación. Prohibido despertarse. Prohibido abrir los ojos.

Los intelectuales, obsesionados por la pulsión nacional, como en el siglo XIX, no experimentan la necesidad de diagnosticar los males de España. Simulan que el problema es circunstancial. Se equivocan. Esto no es una gripe que pasará y volveremos a estar como antes, sino el descubrimiento de una minusvalía. No quieren admitirse los defectos del modelo productivo y el modelo territorial. Instalados en la convicción de que España es un país de primera, y en algunos aspectos modélico, ahora cuesta mucho bajar del burro. La autocomplacencia grandilocuente ha sustituido a la ambición. Vuelve el complejo de los hidalgos empobrecidos. El proyecto nacional consiste en seguir como estamos, en segunda división, en vez de proponerse ser de verdad un país de primera.

Con una mega capital no hay bastante, pero mientras Madrid cabalgue, no caerá el telón. «Antes azul que realista». «Antes azul que plural». En España, menos que en ninguna parte, apenas encontraréis intelectuales de izquierdas menores de 60 años. El viraje a la derecha del espectro ideológico es global, pero, aun así, en España hay más transfuguismo ideológico hacia la derecha que en ninguna parte. Habrá alternancia en el Gobierno, no alternativa.

Intelectualmente, la izquierda española es un desierto. La derecha florece. Este es el origen del diferencial entre pretensiones y estatura. La izquierda se ha desmantelado. El proyecto de la derecha está abocado al fracaso, porque tras la máscara de la modernidadneoconse va modelando un rostro compuesto de propósitos neocentralistas y retórica neocaciquil. Los economistas que explican la necesidad de invertir en nuevos sectores productivos ni siquiera tienen voz en el carrusel mediático de Madrid. La salida que se adivina consiste en repartir los costes entre los de abajo y los de la periferia para mantener el bienestar de las clases medias altas, drenar hacia el centro y acumular renta en la parte alta de la pirámide social.

La izquierda ha enmudecido. A la derecha ya le está bien que aumenten los excluidos. Rectificar significa admitirse una vez más como problema. España ya no quiere ser salvada desde Cata--

lunya, ni siquiera ayudada. El catalanismo ha desistido de cambiar España, convencido de que irá quedándose atrás. En cualquier caso, como en otras ocasiones de la historia en que España ha sido un lastre, la solución de los catalanes volverá a llamarse Catalunya. Con pacto o con ruptura. Seguro que con un incremento de las tensiones que facilitará la conversión de las banderas en vendas para tapar los ojos.

*Escritor.