La rueda

Se vende, se alquila o se derriba

ROSA CULLELL

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Bajé hasta el sur más perdido, el cabo de Gata, a principios de los 80. Seguía los pasos del empresario catalán del año, Javier de la Rosa, que acababa de crear Tierras de Almería. El empresario vendía a cómodos plazos tierras cubiertas de plástico, los famosos invernaderos, y ofrecía a los labradores un futuro en el comercio de la flor. Cada vez que el fotógrafo y yo entrábamos en los terrenos, el capataz nos echaba los perros y teníamos que salir corriendo. Conseguí poca información, aunque disfruté de los caminos de yucas y chumberas, bajé por acantilados hasta playas salvajes y, en Las Negras, comí el mejor huevo frito con boquerones de mi vida.

La pobreza ya no era la que relató en los 50 Juan Goytisolo, pero ahí seguía el cortijo del Fraile, el que Federico García Lorca retrató en Bodas de Sangre, cayéndose tranquilamente sin turistas alrededor. La especulación de los 60 y los 70 no afectó al cabo; era el último paraíso, al que solo acudían hippies tardíos. Pero la reciente burbuja del ladrillo, esa despiadada partida de Monopoly, ha alcanzado todos los rincones.

He vuelto a bajar al cabo de Gata, que aún es el mejor lugar del mundo. Pero conducir desde Catalunya hasta Andalucía por la autopista del Mediterráneo da miedo. Edificios sin acabar, urbanizaciones vacías, pirámides con carteles de Se vende o alquila, grúas oxidadas… Un litoral que ya no espera comprador y al que solo le salvará ser limpiado. Nadie quiere esa responsabilidad y los municipios carecen de presupuesto para derrocar la obra abandonada. Como el hotel del Algarrobico, esas 21 plantas de cemento a 14 metros del mar que hace seis años esperan ser derruidas. Aquí empieza el parque natural, anuncia el cartel del mirador. Te asomas y allí está. Un hotel por el que se cambiaron las lindes del parque, un símbolo de la corrupción y la falta de respeto por el propio país. Construían para impulsar el progreso. ¿Qué progreso? España tiene un 22% de paro y algunas provincias andaluzas pasan del 30%. El tocho ha dejado una economía debilitada, una costa en derribo.