Los recortes en un pilar del Estado del bienestar

Salud, tiempos decisivos

No hay marcha atrás en la reforma de la sanidad pública, y mucho menos la posibilidad de quedarnos quietos

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XAVIER Pomés

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El título no es baladí. Llevamos muchos años reflexionando y publicando informes sobre la sostenibilidad de nuestro sistema de salud. Ya lo hacía Fernando Abril Martorell en el año 1991. Ahora, es necesario que hagamos de la necesidad virtud y todos, todos, pactemos y establezcamos los mínimos y máximos de un sistema del que nos sentimos muy orgullosos y que tenemos la obligación moral de preservar. Bienvenida la virtud.

Centrémonos ahora en Catalunya. Pero no nos engañemos, a partir del próximo día 22 de mayo, cuando ya se hayan celebrado las elecciones municipales y también autonómicas en muchas comunidades, más de una y de dos iniciarán un proceso de reflexión semejante, si no más duro. ¿Qué ha pasado en los últimos meses en Catalunya? ¿Se ha transmitido mal el mensaje? ¿Se ha recibido mal porque no se ha entendido? ¿O quizá se considera que el sistema es intocable y no admite ningún reajuste? Permítanme unas reflexiones.

Como decía, desde hace años van surgiendo de forma episódica voces acreditadas que hablan de la necesidad de cambios y ajustes en el sistema nacional de salud. Cambios y ajustes que deben hacer posible su sostenibilidad, pero garantizando sus prestaciones en condiciones de calidad y equidad. A pesar de ello, siendo esta una cuestión tan fundamental dentro del Estado del bienestar, hasta la fecha nadie ha entrado en el fondo del problema. Quizá porque se sabía que ello generaría rápidamente fuertes tensiones y posibles rechazos.

Es cierto que se ha avanzado en varios aspectos -ahorro en la factura de farmacia, medidas de eficiencia en la gestión, etcétera-, pero todo ello, a mi criterio, siempre desde ámbitos parciales, sin afrontarlos en su conjunto y en su totalidad.

Creo sinceramente que no hay marcha atrás, y mucho menos la posibilidad de quedarnos quietos. Ahora, fruto de una situación de crisis global, particularmente acusada en Catalunya y en España, con un grave déficit, nos vemos obligados a realizar un inevitable ajuste presupuestario. El Govern de la Generalitat no solo no lo ha ocultado, sino que lo ha transmitido con total transparencia. Buen comienzo desde mi punto de vista. No disimulemos, no miremos más hacia otro lado, afrontemos las acciones que sean necesarias para preservar este bien tan preciado que es nuestro sistema sanitario. Tenemos sobre la mesa, sin escapatoria posible, la obligación de analizar, consensuar y decidir, sin mayores dilaciones ni subterfugios, lo que debemos hacer para que sea sostenible en el futuro y, al mismo tiempo, continúe gozando de prestigio, calidad y equidad. De otra forma, morirá o perderá tantas hojas que nuestro árbol vivirá perpetuamente en otoño.

Llegado a este punto me apresuro a decir dos cosas:

Una correcta financiación del sistema sanitario es parte muy importante, pero siendo una condición necesaria no es en sí misma condición suficiente. No olvidemos que el déficit presupuestario de nuestra sanidad es estructural, histórico. Lo hemos ido salvando añadiendo sacrificios sobre las espaldas de nuestros profesionales, pero llegó el momento de actuar. Me atrevo a decir que esa opinión es ampliamente compartida.

En segundo lugar, el hecho de arbitrar posibles medidas de corresponsabilización, por una parte, y de priorización del acceso a prestaciones, por otro, en ningún caso significaría una privatización. No olvidemos que cuando Catalunya asumió las competencias íntegras de sanidad, en 1981, contó con la indispensable colaboración de multitud de fundaciones, instituciones, patronatos municipales y entidades privadas promovidas por la sociedad civil sin ánimo de lucro.

Ahora, por tanto, nos hallamos ante una situación inaplazable sobre cómo afrontar lo más ordenadamente posible esta necesidad global de ajuste presupuestario para el 2011. Y quizá para el 2012 y el 2013. Lo más importante es que no nos quedemos con la mirada puesta en los próximos meses e imaginemos que, una vez superada esta crisis económica, todo volverá a ser como antes, volverá a ser como siempre. Sería un error de consecuencias graves para el sistema. Nada volverá a ser como antes.

Debemos avanzar y tomar decisiones políticas. Para ello se debe trabajar con agilidad, con visión a largo plazo y con la voluntad política por parte de todos de preservar todo aquello que tiene de bueno y equitativo nuestra sanidad, pero sin miedo a modificar cuanto podría hacerla insostenible y acabar matándola. Si una vez más, por decirlo de forma coloquial, pensamos que, superado el chaparrón de la crisis, no será preciso reordenar el sistema, será un fracaso. Un fracaso de todos.

Estoy convencido de que es necesario, sin ningún género de duda, un pacto de Estado del sistema de salud. Pero aquí, en Catalunya, es necesario actuar ya. Para lograrlo, que los representantes políticos, profesionales y sindicales se unan en esa misión, aportando talento, sin apriorismos, sin estrategias a corto plazo, para conseguir lo que sin duda todos deseamos. Ni más ni menos que futuro para nuestro sistema sanitario.

Exconseller de Sanitat.