El lenguaje de la improvisación

Es el que usa el Gobierno deRodríguez Zapatero.Aprueba medidas y hace anuncios basados en esta técnica tan útil en las artes escénicas como peligrosa en las artes políticas. Lo hemos visto últimamente con la promesa de los fondos de inversión chinos y los que tenían que venir de Catar. Lo hemos visto y lo sufrimos también con las políticas económicas, energéticas y sociales: luz, pensiones, carburantes, neumáticos, cajas y bancos, etcétera. Corregir los errores y rectificar a tiempo es de sabios. Cometer tantos a estas alturas y desde el lugar donde se cometen es una irresponsabilidad. En tiempos convulsos y críticos como los que estamos viviendo se impone una manera de actuar firme, sin indecisiones, sin improvisaciones, porque se pueden pagar muy caras y no hay margen de error porque no hay dinero. La sensación de pérdida de rumbo y de ir a la deriva es muy real, y más aún cuando se usan símiles poco afortunados como el de cierto barco que hace casi cien años topó con un iceberg.

Sin dejar el símil náutico, la sensación también cada vez más real es que vivimos dentro del camarote de los hermanosMarx. Y parafraseando al granGroucho,que con un mostacho pintado, un cigarro humeante y una sonrisa pícara decía verdades como un templo mientras levantaba las cejas, la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados. Dicen los que se dedican al teatro que improvisar es transmitir o generar de forma espontánea una idea, un sentimiento, a través de la imaginación y la aplicación de recursos de la materia. Y dicen que es realmente arte cuando los recursos muestran con todo lujo de detalles un dominio del oficio -el de la política, en este caso- y un balance perfecto de ideas, desarrollo y desenlace de lo que se ha transmitido. A mí, además, me enseñaron que la buena improvisación es aquella que se ha sabido preparar con anterioridad.