EL DIVÁN SOClALISTA (y 10)

Un debate mirando al futuro

El congreso del PSC debe cambiar su dirección, confirmar lo que nos une y valorar la cultura

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ISIDRE MOLAS

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Como es sabido, en las elecciones a veces ganan unos y a veces otros; esta es la grandeza de la democracia, porque una sociedad plural como la nuestra no ofrece a nadie ningún título legítimo de propiedad sobre los territorios, ni sobre los votos de los ciudadanos. También es sabido que las derrotas hacen evidente que el espacio propio ha quedado reducido, y obliga a sacar conclusiones y a corregir errores; es decir, sirven para renovar los partidos.

El PSC vive el inicio de un nuevo periodo de su historia. No es una consecuencia directa de la derrota electoral de noviembre, pero esta ha puesto de manifiesto la existencia de inercias con efectos negativos, la mayoría de las cuales estaban subyacentes desde hacía tiempo, unas procedentes de causas internas y otras, sin embargo, compartidas con países europeos.

El partido socialista fue construido a partir de una cultura política inclusiva de la pluralidad de nuestra sociedad, con capacidad de escuchar, de expresar y de hacer propuestas realistas y creíbles, con capacidad de sumar y generar confianzas positivas en la defensa de valores, intereses y creencias compartidas por una mayoría social. Porque en Catalunya existe una amplia mayoría social en favor de la reducción de las desigualdades, la cohesión social, la unidad civil del pueblo, un mejor autogobierno de la nación catalana, un catalanismo federalista. Es un espacio de izquierda, centro-izquierda y centro reformador; la empatía del PSC con este espacio compuesto ha sido la fuerza del socialismo democrático, y sigue siendo un objetivo capital.

El próximo congreso del PSC, en mi opinión, tiene unos temas determinantes y urgentes (el cambio de dirección, la confirmación de los valores que nos unen y la valoración de la cultura) que deben encontrar un lugar relevante junto a temas igualmente determinantes como la intervención con personalidad propia en la política española, el avance del federalismo o el reforzamiento del autogobierno de Catalunya; es decir, se trata del inicio de una nueva etapa. En cualquier caso, debe significar un cambio de dirección, debe generar un nuevo estilo de trabajo y debe hacer posible dotarla de unas estructuras más abiertas. Al PSC le conviene un cambio de equipo dirigente, que incorpore un cambio de generación, para que con mentalidad integradora afronte los problemas antiguos y nuevos. Hace falta garantizar que el debate sea abierto y que culmine en acuerdos: un partido es pluralidad y cohesión.

Se habla de la debilidad de la socialdemocracia europea para resolver los problemas generados por la nueva sociedad emergente; es cierto, pero ¿no es evidente también la existencia de una crisis de valores derivada del individualismo insolidario del neoliberalismo, del enriquecimiento a cualquier precio, de la colusión entre algunos partidos y los negocios, de la relación conflictiva entre democracia y mercado incontrolado, de la hegemonía mediática de la derecha? A veces parece como si nuestra sociedad, que hoy eslíquida(esto es, menos compacta), necesitara unos valores difuminados, cuando justamente es la debilidad de los valores y de las creencias lo que debilita las sociedades. Al resignarse los socialistas ante el avance de los valores conservadores preparan su derrota. Una prioridad del próximo congreso del PSC debería ser asumir que el alejamiento de los amplios sectores de la cultura, entendida en su sentido más amplio, reduce no solo la voz de la amplia mayoría social que queremos expresar, sino que dificulta también su unidad plural y lleva a la pasividad.

Más justicia social, más catalanismo y más solidaridad aumentan la fuerza para retomar el camino de construir una sociedad más libre, menos desigual y más próspera, más capaz de compartir y compadecer. Quizá alguien dirá que todo esto es sabido, pero precisamente por eso hace falta repetirlo, para no olvidarlo, y sobre todo para hacerlo. Porque la política se basa en valores e ideales como motor de las decisiones de gobierno. Hace falta debatir para que el programa sea también más maduro y más eficaz, para que sea aplicable y aplicado. Dicho de un modo más simple, si el programa debe aplicarse, como resulta lógico y esperable, hace falta que sea a la vez posible y eficaz.

Es necesaria una alternativa a la crisis y a la sociedad que surge de la crisis (en temas tan importantes como una regulación de los mercados financieros internacionales o la defensa de la pluralidad de la información para no abocarnos al riesgo de una sociedad unánime), es una obligación de los progresistas y debe constituir el punto de coincidencia con el espacio central de la sociedad, con la voluntad de pensar en una Catalunya entera. La defensa de los intereses de los trabajadores, de las clases populares y de las clases medias, de la sociedad catalana entera, exige hoy sobre todo la defensa conjunta de la cohesión social y de las reformas imprescindibles en una sociedad abierta.

*Presidente del PSC